Pues bien, ocho segundos, este es el tiempo de atención máxima de los jóvenes de la denominada Generación Z. A ello han contribuido mucho las redes sociales y el lenguaje de las pantallas, donde ante tal cantidad de información, a partir de cierto momento los jóvenes son incapaces de concentrarse.
Lo explican desde Neuronup: «cuando pasamos continuamente de un estímulo a otro y no somos capaces de focalizar la atención en alguno estamos ante un problema de atención», e insisten en que esto «influirá decisivamente en los procesos de memorización, ya que si no prestamos la suficiente atención a un estímulo, no seremos capaces de procesarlo y retenerlo en la memoria».
A lo que añade Cristina Fanjul, psicóloga sanitaria del Hospital Ribera Povisa, en Vigo que: «Su cerebro ha evolucionado de tal manera que es imposible pedirles que estén a una sola cosa. Lo que pasa es que estar en seis cosas supone no estar en casi ninguna».
De hecho los jóvenes reconocen que les cuesta mucho más concentrarse y que tienen la necesidad constante de que todo les vaya mucho más rápido. Además, estar hiperconectados a través del móvil, produce picos de dopamina en su cerebro y esto a su vez ansiedad y por supuesto dificultades derivadas de la falta de atención, entre las que están además de la facilidad de distracción y la falta de atención en los detalles, las siguientes:
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