Cada tratamiento cuenta con una composición química distinta. Este factor es el que hace que sea imposible establecer un patrón de conservación equidistante para todos ellos. Es conveniente saber que en cada uno de los prospectos que incluyen los medicamentos existe un apartado que bajo el título ‘Conservación’ explica cómo se debe mantener el fármaco para mantener su eficacia. Existen varias escalas:
-Con temperatura oscilante entre 2 y 8 grados centígrados: Se deben guardar en el frigorífico, y para identificarlos de manera clara, cuentan con un icono de copo de nieve en su envase. Para transportarlos, por ejemplo, a nuestro lugar de residencia vacacional, se deberá trasladar en una nevera con bloques de hielo que consigan conservar el frescor, pero sin que exista contacto directo con el medicamento, que debe llevarse en todo momento en su embalaje original.
-A temperatura ambiente: Son los que deben conservarse entre los 8 y los 25 grados centígrados aproximadamente. Pese a que no hace falta conservarlos en refrigeración, se aconseja que estén guardados en lugares que no tengan contacto directo con la luz solar, prefiriendo los sitios más frescos y secos.
-También existen medicamentos que no tienen condiciones especiales de conservación y pueden soportar cualquier temperatura sin llegar a degradarse. Pese a ello, es recomendable mantenerlos a temperatura ambiente siempre que sea posible.
Hay productos farmacéuticos que no muestran el aspecto de conservación en su etiquetado, como algunos colirios, que aunque es preferible que estén refrigerados, pueden aguantar fuera de la nevera hasta dos semanas por regla general.
Por su parte las plumas y viales de insulina siempre deberán estar en el grupo de los fármacos que se conservan entre 2 y 8 grados centígrados, exceptuando los que se vayan a usar en el momento, qué podrían estar hasta 28 días a temperatura ambiente.
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