Si no lo has hecho ya, probablemente durante los próximos días pongas tu árbol de Navidad en casa, pero lo que no te imaginabas seguro es que se trata de una costumbre ancestral. De hecho, ya en el siglo VII a.C. el profeta Jeremías escribía lo siguiente refiriéndose así a la vanidad de adorar objetos sin valor en lugar de al Dios verdadero: «las costumbres de los pueblos son vanidad porque un leño con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva»
Los egipcios durante el solsticio de invierno solían tener plantas dentro de sus casas, por dos razones, para honrar a Ra, dios del sol y porque el verde era un símbolo de esperanza y calidez durante los días fríos. Pero además, «los pueblos germanos y vikingos celebraban el solsticio de invierno alrededor de una conífera alegremente decorada que llamaba “Yggdrasil”«, explican desde rtve.es.
Los romanos adornaban las calles durante las Saturnales, «durante esta fiesta, decoraban las ramas de los árboles y se realizaban ofrendas a los dioses», explican desde La Razón y añaden que esta tradición se extendió a otras partes de Europa, donde se celebraba el solsticio de invierno con una fiesta similar llamada “Yule”, en la que también se decoraban las ramas de los árboles y se hacían ofrendas a los dioses.
Además, los celtas decoraban los robles con frutas y velas durante los solsticios de invierno, para ‘reanimar’ así el árbol y asegurar el regreso del sol y la vegetación, explican desde nationalgeographic.com.
Ante la imposibilidad de erradicar estas costumbres paganas, el cristianismo las adoptó y transformó. Concretamente Bonifacio de Maguncia, el santo que evangelizó a los pueblos germanos, inventó esta costumbre de poner el árbol. Y es que el santo vio que los bárbaros adoraban a un pino que pensaban que era la representación del dios Thor y fue entonces cuándo decidió talar el roble y sustituirlo por un pino que como es perenne «simbolizaba el amor eterno de Dios».
Aunque el origen del árbol de navidad moderno esté en la Alemania medieval, posiblemente, «donde, cada 24 de diciembre, se celebraba «La fiesta de Adán y Eva» con una representación teatral en la que se usaba un árbol decorado con dulces, manzanas, velas y nueces para representar el paraíso y añadir simbolismo relacionado con Cristo«, explican desde rtve.es. Una tradición que inspiró a los cristianos más devotos para incorporar estos árboles adornados al interior de sus casas en el momento en el que se conmemoraba el nacimiento de Jesús en Navidad.
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