Pablo López se ha convertido en el sueño más grande de Antonio, un niño de cuatro años que nació con una condición poco común llamada anoftalmia bilateral, que impide el desarrollo de los globos oculares. Este diagnóstico, que afecta a uno de cada 20 mil niños en España, marcó a su familia desde el primer día, especialmente porque durante el embarazo no se detectaron señales de anomalías. «Nunca habíamos oído hablar de algo así», recuerda Merche, su abuela.
Sin embargo, Antonio, ajeno a limitaciones, ha llenado su mundo de luz y ha aprendido a «ver» de una manera diferente, utilizando el tacto como su conexión con el entorno. La llegada de la pandemia complicó aún más el acceso a atención médica especializada para Antonio, ya que muchas consultas fueron canceladas o pospuestas. Ante la desesperación, su familia decidió crear una página de Facebook, con la esperanza de encontrar un profesional que conociera a fondo su condición y pudiera ayudarles. Fue así como el doctor José María Martínez, especialista en prótesis oculares, se puso en contacto con ellos y, aunque sin promesas de éxito, ofreció hacer todo lo posible para mejorar la calidad de vida del pequeño.
Desde entonces, Antonio ha sido sometido a cuatro intervenciones quirúrgicas en Granada, con el objetivo de preparar el espacio adecuado para colocarle prótesis oculares. Estas operaciones, que han costado alrededor de 15 mil euros, han sido posibles gracias a las donaciones de personas que conocieron su historia y decidieron apoyarles. Hoy en día, Antonio y su familia ven cada vez más cerca el objetivo de lograr una apariencia similar a la normal, gracias a la generosidad de aquellos que creyeron en él.
En paralelo a sus tratamientos médicos, Antonio ha desarrollado una pasión notable por la música, y su ídolo indiscutible es el cantautor malagueño Pablo López. La conexión del pequeño con la música es tan profunda que, a su corta edad, asiste a clases de piano y percusión y puede recitar las letras de sus canciones favoritas. Entre ellas destaca La Niña De La Linterna, una canción que, de alguna manera, refleja la luz que él mismo ha aprendido a crear en su propio mundo.
La familia de Antonio sueña con que pueda conocer a Pablo López algún día, no solo para escuchar su música en vivo, sino para poder «verlo» a su manera: a través del tacto. «Queremos que Antonio pueda tocarlo, esa es su forma de ver», comentan sus padres con la esperanza de que el mensaje llegue a oídos del artista. Para Antonio, el contacto físico es una ventana a la realidad, y poder sentir la presencia de su ídolo es una experiencia que simbolizaría mucho más que un simple encuentro. La historia de este pequeño demuestra que, aunque las limitaciones físicas puedan existir, el espíritu y el deseo de conectarse con el mundo a través de la música pueden ser mucho más poderosos que cualquier barrera.
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