Unos datos que confirman que el 60,6 % de la juventud de entre 16 y 29 años ha padecido violencia sexual digital y las consecuencias de ello no son menores: aislamiento social, problemas de sueño, autolesiones, ideas suicidas,pérdida de autoestima y ansiedad están entre ellas.
Entre las formas más comunes de este tipo de violencia están:
Además, el estudio incide en la mayor vulnerabilidad de las mujeres ante este tipo de violencia: «registrando mayores indicadores en la recepción de contenido sexual no solicitado (28,7 % frente al 16 % de los varones jóvenes), de insultos por su apariencia (24,5 % frente al 18,3 %), de acoso por parte de un adulto (18,8 % frente al 14,6 %) y de presión para elaborar contenido sexual (16,4 % frente al 11,6 %)», explican.
También se detiene en los agresores, que en más de la mitad de los casos, en un un 52,8 %, son personas conocidas, siendo «conocidos no muy cercanos (35,9 %), una pareja (27,4 %), alguna amistad (22,8 %) o alguien del entorno familiar (15,3 %)», añaden. En cuanto a las vías para perpetrar las violencias sexuales digitales, son principalmente las redes sociales (39,7 %) y aplicaciones de mensajería instantánea en un 34,9 %.
La investigación habla también de las consecuencias de sufrir este tipo de violencia. Las conclusiones que han obtenido son que «una de cada cuatro víctimas se aísla socialmente (más en el caso de las jóvenes, un 29,4 %) y que el 23,5 % tiene problemas de sueño, que una de cada cinco sufre una alteración de los hábitos alimenticios y pierde o cambia de amistades». Pero además «un 16,1 %empieza a autolesionarse o tiene ideas suicidas a partir del episodio violencia, siendo superior el porcentaje entre las mujeres (19,4 %) que entre los varones (12,9 %). Y un 17 % abandona o utiliza menos las tecnologías, optando un14,5 % por cerrar sus redes sociales o entrar con perfiles anónimos«, añaden desde el mismo medio.
Desde Pantallas Amigas, una iniciativa por el uso seguro y saludable de Internet y otras TIC en la infancia y en la adolescencia, hablan de la necesidad de dar respuesta a la creciente necesidad de información y formación en relación a la prevención de la violencia sexual que se produce en el contexto digital y proponen para ello su, «Guía básica para profesionales que trabajan con jóvenes y adolescentes».
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