«Sin ti no soy nada, una gota de lluvia mojando mi cara, mi mundo es pequeño y mi corazón pedacitos de hielo» son los primeros versos con los que empieza la mítica canción de Amaral, Sin ti no soy nada. Corría el año 2002 cuando el grupo le cantaba al dolor y vacío que deja una ruptura. Lo que Amaral no sabía es que llegarían otras canciones de su mano que se convertirían en himnos de amor propio que no está de más recordar.
Muchos son los artistas que dicen encontrarse más inspirados cuando viven los sentimientos que deja el desamor. El recorrido de emociones puede ser más largo, pero no más amplio. En la tristeza es fácil acomodarse y es por eso que se necesitan canciones que animen a renacer y resurgir de aquel lugar tan hondo del que todos hemos escuchado hablar y solo entendemos cuando es nuestro turno.
El grupo honra todas las emociones, pero con estas letras busca que de nuevo alces el vuelo tras una época oscura y difícil.
Aquello que uno necesita recuperar para volver a quererse, es la admiración propia y el orgullo. La tristeza genera una ausencia de identidad que Amaral reclama con Bien alta la mirada. La esencia siempre está ahí, no importa lo que nos pase, no pierdes lo que te hace especial porque no lo veas. Pero debes esforzarte por quitarte la venda.
Ni mi piel morena ni mi pelo enmarañado
Ni la raya negra ni dragones tatuados El amor que he dado Y el que recibí Eso es lo que queda Y eso hablará por mí
En esta canción, puede que de los más representativos de la banda, se describe una situación. En una fiesta de cumpleaños, la propia cantante se da cuenta qué necesita un propósito, y es que el silencio que grita y queda tras la fiesta le hace darse cuenta de la soledad que vive.
Quiero vivir
Quiero gritar Quiero sentir El universo sobre mí Quiero correr en libertad Quiero llorar de felicidad
Desde otro punto de vista aquí es ella la que se va. Vivir solo tiene un requisito y es que los fantasmas del pasado quedan atrás. Al igual que esta canción, la vida es un regalo y vivir el presente es el único precio.
Amor mío, di qué ves si me miras a los ojosUna luz que se apagó como dos faroles rotos El deseo de vivir es lo que me está matando La memoria de lo que fui como plomo en mis zapatosY hay un tiempo para creer, tiempo para buscarHay un tiempo para olvidar todo lo que pudo ser y nunca será
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