Alejandro Sanz ha demostrado una y otra vez que si hay algo que mueve su vida más que cualqueir otra cosa en el mundo son sus hijos, que obviamente, van incluso por encima de la música. Y es que aunque el artista viva una vida de lo más ajetreada, siempre saca tiempo para rendir cuentas en su carrera profesional, pero también para estar presente en los momentos más importantes para su familia.
De este modo, el madrileño le dio una tremenda sorpresa a la mayor de sus hijas en su graduación. Manuela, sin duda, ha recibido uno de los mejores regalos que podría recibir nunca, sabiendo que su padre es uno de los cantantes más valorados y seguidos a nivel mundial. El artista le hizo creer a la joven que no volaría de España a México para acudir a la cita tan significativa que supone su graduación universitaria y lo sabemos porque Sanz ha compartido la conversación de WhatsApp que tuvo con ella el día anterior.
«El sábado me gradúo», le transmitía ella, a lo que el cantante respondía: «¡Ay, qué orgulloso estoy! ¿Necesitas algo? Hubiera querido ir pero tengo muchas cosas que hacer aquí. Ya le dije a tu mamá. ¿Vais a hacer una fiesta como la otra vez?». «Ya, papi, me imaginé. No pasa nada», le contestó ella apenada. A continuación, tras explicarle ella que en la celebración harían una pasarela y una exposición de arte, el artista concluía con un: «Ah, bueno, amor, me da cosa perdérmelo».
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Cuando Manuela ya no tenía esperanzas en pasar este día tan importante junto a su padre, ya que este le había avisado que estaba muy lejos y tenía otros compromisos, la joven de 22 años recibía una sorpresa difícil de olvidar. Alejandro Sanz se plantó en México con un ramo de flores irrumpiendo en una cafetería cuando menos se lo esperaba. En el momento en que Manuela vio aparecer a su padre comenzó a llorar enseguida desconsoladamente, dejando unas imágenes que nos han emocionado a todas.
El artista ha compartido con sus 20 millones de seguidores este instante tan bonito y tan familiar, presumiendo orgulloso de su hija y dejándole un mensaje que, seguramente, quedará grabado en su mente para siempre: «Qué bonita inocencia la tuya, mi niña. Sorprenderte es mi deporte favorito y mi premio, tu felicidad. Ya lo sabes, ni miles, ni millones de kilómetros me impedirían estar contigo en un día tan especial. Feliz graduación vida mía. Te amo».
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