La advertencia de los expertos sobre los productos ahumados

Se han evaluado ocho aromas de humo que se emplean en la industria alimentaria

Ana Más

Es muy normal y más en esta época del año que recurramos a los productos ahumados para nuestros platos navideños. El ahumado, además de modificar el sabor de productos como lácteos, carne o pescado, hace que estos se conserven mejor. Hay dos maneras de ahumar un producto, de manera tradicional o mediante humo artificial.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) evaluaba los ocho aromas de humo que se emplean en la industria alimentaria en el espacio mercantil de la Unión Europea, algo que han hecho a petición de la Comisión Europea. El resultado es que no se puede «descartar que estos produzcan genotoxicidad, es decir, que estas sustancias dañen el ADN«, explicaban desde epe.es.

A su vez, desde EFSA explicaban que «la genotoxicidad es la capacidad de un producto químico de dañar el material genético de las células. Los cambios o mutaciones en la información genética contenida en una célula pueden aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades como el cáncer y las enfermedades heredadas. Para este tipo de toxicidad no es posible definir un nivel seguro».

Los aditivos de los ahumados, a examen

A raíz de esto, la OCU pedía a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN) que prohíba estos aditivos para conferir sabor ahumado a muchos alimentos ultraprocesados.

Desde la Organización de Consumidores instaban también a la Comisión Europea y los estados miembros de la UE a plantearse la implementación de medidas que eviten el riesgo ocasionado por estas sustancias, que ya habían sido analizadas en 2009 y 2012 cuando los fabricantes solicitaron las autorizaciones de venta. Ahora volvían a hacerlo para renovar este permiso y la EFSA tiene sus dudas acerca de que dichas sustancias resulten inocuas para el organismo humano.

Desde la OCU decían tenerlo claro, «los aromas de humo deben prohibirse mientras no pueda demostrarse que no suponen un riesgo. Su presencia en alimentos procesados en prescindibles y sobre todo, debe primar el principio de precaución para proteger la salud de los consumidores».

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