Cada vez es más frecuente encontrar a través de internet remedios caseros para el colesterol, la hipertensión o la obesidad. Uno de los que se ha hecho más popular últimamente es el del vaso de agua con vinagre antes de las comidas para evitar engordar. Pero, ¿es realmente eficaz?
La dietista-nutricionista Blanca García-Orea Haro, que además es experta en patologías digestivas, explica en Saber Vivirque este remedio sí tiene algunos beneficios, pero insiste en que debe ser siempre vinagre sin filtrar y que debemos evitarlo si tenemos gastritis eosinofílica, úlceras gástricas o reflujo severo.
Blancanutri, cómo se llama esta experta en redes sociales, explica que «lo ideal es diluir una cucharada de vinagre en un vaso con 2 o 3 dedos de agua» y tomarlo justo antes de las comidas y no más de dos veces al día, incluso basta con tomarlo una sola vez al día para notar sus beneficios, explica.
Agua con vinagre: este es su mayor beneficio
La experta señala algunos de los beneficios de este tipo de vinagre:
Aporta bacterias buenas
Regula la glucosa en sangre
Aumenta la absorción de hierro y minerales
Mejora la digestión
Es antioxidante y antimicrobiano
Aunque probablemente el mayor beneficio de tomar agua con vinagre antes de comer sea que ayuda a controlar los niveles de azúcar en sangre, sobre todo cuando comemos carbohidratos, reduciendo así los picos de azúcar en sangre que tienen lugar después de cada comida.
Sobre esto la dietista ha hablado en varias ocasiones explicando que controlar estos picos es esencial para reducir la ansiedad por la comida, si los mantenemos a raya evitaremos tener hambre constante, antojos, cansancio, debilidad e irritabilidad entre otros síntomas
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Explica además que cerebro e intestino están comunicados constantemente y de manera bidireccional, es decir, lo que comemos afecta a como nos sentimos: «Si al rato de haber desayunado o haber comido vuelves a sentir hambre, el problema seguramente tiene que ver con la descompensación de la glucosa», explica y añade que si comemos alimentos que nos hacen tener más picos de glucosa, la insulina intenta guardar ese excedente como grasa y esto a su vez «hace aumentar la acción de la grelina, la hormona que regula el apetito, por lo tanto, cuanto más peso o grasa ganamos, más hambre tenemos», explica. De ahí la importancia de controlar esos picos de glucosa.