Pero comencemos hablando de las condiciones de conservación del vino, si es blanco o rosado debes conservarlo entre los siete y los diez grados, mientras que los tintos deben estar entre los 14 y los 16 grados.
Pero y una vez abierto, ¿cómo debemos guardarlo para que no pierda cualidades?, lo ideal es hacerlo en la nevera ya que la luz y el oxígeno lo pueden dañar, igual que cuando está cerrado. Cuando consumimos parte de la botella, dejamos un hueco dónde se acumula el oxígeno que puede oxidar nuestro vino. Y precisamente para evitar ese contacto con el oxígeno desde 20minutos apuntan un truco que circula en redes: pasar el vino que quede en la botella de esta a un tarro dónde quepa y cerrarlo bien, así reduciremos la cantidan de oxígeno del recipiente y por consiguiente la velocidad de oxidación.
Eso con respecto a un vino abierto pero qué ocurre con las botellas cerradas, ¿cómo debemos conservarlas?. Desde la web grandesvinos.com dan una serie de recomendaciones. La primera de ellas se refiere precisamente a la temperatura, que ha de ser constante y estar entre los ocho y los quince grados cómo explicábamos antes, además matizan, «servir un vino demasiado frío, especialmente los tintos, hará que los matices de sus aromas desaparezcan y no se puedan apreciar», aunque si hemos de elegir, mejor optar por el frío, ya que se conservará mucho mejor y su temperatura subirá un par de grados al servirlo.
Pero además recomiendan mantener el vino en un ambiente oscuro y sin ruido, en lun lugar libre de ruidos, olores y movimientos. Guardarlo en posición horizontal para que esté en contacto con el corcho evitando que este se seque, pierda volumen y deje pasar oxígeno que puede afectar al sabor del vino. Además de evitar la luz directa que puede provocar la oxidación y afectar a su vez al sabor y color del mismo.
MÁS SOBRE: