Desde Uppers explican que «esta treta psicológica es puro marketing. Se refiere al tipo de cliente que contrata esta oferta infinita de comida y al mecanismo psicológico básico que lo lleva a cambiar, poco a poco, su forma de comer durante su estancia en el hotel.»
Desde La Razón matizan: «Tras un estudio exhaustivo en el comportamiento de los huéspedes que contratan el ‘todo incluido’ se ha dilucidado que durante los dos primeros días, los clientes consumen en exceso ante la novedad y la variedad que ofrece este tipo de servicio. No obstante, este comportamiento cambia a partir del tercer día en el que ya consumen de una manera más moderada.»
En declaraciones a Uppers, Rubén Úbric, director corporativo del servicio de restauración de una importante cadena hotelera explica que en los primeros días, todos abusamos de la comida y la bebida, pero a partir del tercer día todo se modera. «Cambiamos el whisky por el agua con gas… y nosotros calculamos la media”, dice.
A partir de ese tercer día los clientes empiezan a comer de forma más saludable y los hoteles hacen una media del gasto en comida y bebida para no desperdiciar alimentos. Además colocan los alimentos de forma estratégica, así en primera fila encontraremos patatas, pizzas y fritos y en segunda y tercera fila estarán los alimentos más gourmet.
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