Así lo ha demostrado un estudio realizado por la Facultad de Medicina de la Universidad Wake Forest (Carolina del Norte, Estados Unidos), donde los científicos han deducido que no hace falta abusar de esta droga depresora del Sistema Nervioso para aumentar el riesgo de padecer esta enfermedad, la forma más común de demencia, sino que incluso su consumo moderado puede suponer un peligro.
Los investigadores estadounidenses han revelado que las cantidades más controladas de alcohol pueden llegar a acelerar la atrofia cerebral, es decir, la pérdida de células cerebrales que degeneran en el aumento de la producción de placas amiloides, una característica de las personas afectadas por la enfermedad de alzhéimer; aunque fuesen de pequeño tamaño, lo que podrá sentar las bases de una mayor proliferación.
Esa costumbre, que muchos han convertido ya casi en una rutina, de salir todos los fines de semana a tomarse unas cañas con amigos o hacerlo después del trabajo puede llegar a ser verdaderamente perjudicial sin saberlo. ¿Significa eso que no podremos ni tomarnos una cerveza? No, la traducción de los investigadores se centra más en ser conscientes de nuestro hábito de consumo de alcohol y, sobre todo, en saber controlarlo.
El estudio, publicado en la revista científica Neurobiology of Disease, sugiere que esta sustancia «podría acelerar la cascada patológica de la enfermedad de Alzhéimer en sus fases iniciales». Para llegar a estas conclusiones, el equipo de la doctora Shannon Macauley descubrió cómo el consumo «voluntario y moderado» de alcohol alteraba la función cerebral y el comportamiento de los ratones.
Como parte de la misma investigación, los investigadores fueron testigos de que un elevado nivel de azúcar en sangre también incrementa la producción de beta-amiloide y placas amiloides. Pero lo más llamativo del estudio de Carolina del Norte fue que hasta un consumo moderado daba lugar a un aumento de estos niveles de azúcar y de resistencia a la insulina.
Es decir, que no solo acerca a padecer demencia, sino también otras enfermedades como la diabetes de tipo 2. La investigación también reveló que altera la ansiedad y otros comportamientos vinculados con la demencia. «Incluso el consumo moderado de alcohol puede provocar lesiones cerebrales», señala Macauley.
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