Lo que hay detrás de este imprevisto ha generado numerosas teorías, y es que al principio se dijo que las joyas pertenecían a Tamara, algo que desmintió su madre, Isabel Preysler, y la propia joyería.
Más tarde se determinó que los artilugios se habían mostrado a invitados de la familia Onieva. Aludida, la familia se manifestó al respecto. «Eso no es nuestro, eso será de otra pareja«, señalaba el propio Íñigo.
Esta situación, como ya ocurrió con los otros imprevistos de la boda ocurridos en los últimos meses, ha generado debate tanto en los medios como en las redes sociales. A través de su cuenta de Instagram Alessandro Lequio compartía su teoría sobre lo que habría ocurrido con este robo, poniendo el foco en la familia Onieva.
«La sensación que tengo es que la familia Onieva está irritada porque se ha descubierto que les iban a prestar joyas«, escribía este, para quien el problema es que «les da vergüenza que haya salido en los medios que van o iban a llevar joyas prestadas«.
Alessandro Lequio apunta que «el cabreo que tienen es absurdo desde el momento que el propio Iñigo ha dicho de quién va a ser el chaqué, de quién va a ser la camisa, de quién va a ser la corbata, de quién van a ser los zapatos«. La boda parece estar llena de patrocinadores, y las joyas irían por el mismo camino.
Aunque para el italiano el peor gesto de los Onieva ha sido «la total falta de empatía que están teniendo con los joyeros«, a quienes la madre de Íñigo, Carolina Molas, reconoció conocer. «No consigo entender que los Onieva no hayan tenido una sola palabra de cariño hacia ellos, y más reconociendo que los conocen«, denunciaba Lequio.
MÁS SOBRE: