El otoño y el invierno son esas estaciones en las que uno siempre se pregunta qué tiempo va a hacer antes de salir a la calle para no acabar siendo una víctima desorientada por la lluvia. Pero hay veces que ni siquiera mirando la predicción meteorológica para el día aciertas y te encuentras con que se pone a llover de repente o hace mucho más frío del que pensabas y tú no has salido preparado.
Para la batalla contra la lluvia solo hay dos soluciones posibles (y preventivas): llevar siempre varias capas de ropa encima y usar un calzado versátil que no te la juegue con el agua. Si tienes botas de agua, esa es la mejor alternativa, pero no siempre es la más cómoda o, para ser sinceros, la más adecuada a nuestro estilo.
Consejos para no resbalar en la lluvia
Por ello, para tratar de evitar que se convierta en toda una ‘gymkana’ cada vez que salgas de casa con lluvia al tratar de eludir cualquier charco o la más mínima gota de agua para así no tropezar, aquí te damos algunos trucos e instrumentos que necesitarás para que no resbales (o que lo hagas menos):
- Laca. Sí, la laca es un producto que sirve más allá de para fijar nuestro peinado. Resulta que también es un buen aislante de los resbalones. Para ello, simplemente hay que rociar la suela seca de nuestro calzado con una capa de laca generosa, espera un poco a que se seque y ¡listo! No solo sirve para no caer en el agua, sino que también es útil contra los suelos húmedos. Ahora bien, este producto no es aconsejable en caso de llevar zapatos de piel o cuero.
- Rallador o cuchillo. Este es un truco que hay que usar con precaución, pero solo sirve para las suelas que sean lisas, sin dibujos ni relieves. Si recurres al cuchillo o navaja, hay que hacer marcas alargadas y cruzadas.
- Patata. Otro de los remedios más populares es el de restregar una patata cortada por la mitad en la suela. En teoría, el almidón de este alimento proporciona una capa antideslizante que te deja caminar con algo más de despreocupación. Este tubérculo también es útil para evitar que las gafas se empañen, por ejemplo.
- Lija o lima. Es un truco ideal para las suelas que son de goma brillante o lisas. Consiste en restregar la parte de abajo de calzado con una lija en movimientos circulares para que se cree una leve rugosidad, sobre todo en la parte delantera. También se puede hacer con una lima de uñas.
- Goma. Si no dispones de las tradicionales botas de agua, también puedes recurrir a la alternativa menos casera y dejarlo en manos de un profesional para que sea un zapatero el que recubra con una suela de goma tu calzado. No se trata de una solución cara y es una tarea que puede llevar a cabo cualquier zapatero, pero no es aconsejable hacerlo uno mismo si no se dispone del material y herramientas necesarias para lograr que se adapte bien al zapato y no te deje tirado en medio de la calle (que es justo lo que no queremos que ocurra).