Desde que anunciara su compromiso con Íñigo Onieva las desgracias se le han acumulado y parecen no tener fin.
Tras el desastre de su vestido de novia, el despido de su pareja y los excesos de la báscula, la influencer ha llegado a su límite.
La marquesa de Griñón preocupa a los suyos. Los contratiempos de su boda se suceden y a Tamara, siempre con una sonrisa ante los medios, parece que le están pasando factura.
La presión mediática tampoco ayuda demasiado y «se le han juntado muchas cosas».
20minutos hace referencia a las declaraciones de una persona del entorno de la hija de Isabel Preysler . «Ella tiene mucha ayuda para preparar la boda, pero es la presión de todo. También tiene compromisos publicitarios como el otro día en Ibiza, al que tuvo que acudir el día siguiente de volver de Nueva York para intentar solucionar el entuerto de su vestido. Va de un sitio a otro, no para…Entre los amigos lo hemos comentado. Cualquier día explota. O baja el ritmo o un día de estos va a petar».
La marquesa de Griñón había viajado hace días hasta Nueva York con un objetivo muy especial: encontrar el vestido de su novia. Sin embargo, solo necesito 48 horas en la ciudad de los rascacielos para que dejará atrás la sensación agridulce que sentía tras haberse quedado sin vestido de novia tras unas desavenencias con la firma vasca Sophie et Voilá.
Así lo confirman las imágenes de su reunión con Wes Gordon, director creativo de Carolina Herrera, quien le está confeccionando el tan ansiado vestido en un tiempo récord, ya que la esperada ceremonia que se celebrará el próximo 8 de julio.
Aun así, Tamara Falcó ha querido dar más detalles a la citada cabecera explicando que hasta Isabel Preysler se quedó fascinada cuando vio el traje: «Mi madre se quedó encantada con el giro que ha dado el vestido. Me llegó a decir: ‘por fin… Esto sí que es un vestido de novia'», declaró la marquesa de Griñón.
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