Nos referimos en concreto a aquellos productos que están colocados en la línea de cajas. Suelen ser pequeños y aunque pensemos que son más baratos o que están de oferta no es así. Sin embargo, terminamos comprándolos sin ser muy conscientes de su precio o de si realmente los necesitamos.
Es decir, algo tan simple como colocar un producto de forma que parezca que está de oferta aunque no lo esté nos incita a comprar, y esta no es la única estrategia que utilizan estos establecimientos.
Desde businessinsider.es Jorge Anduix, responsable de desarrollo de negocio de la agencia de marketing Inprofit explica que «una de las estrategias más comunes es la de los precios psicológicos. Te ponen que el producto cuesta 9,99 euros en lugar de 10 para que creas que es más barato».
Anduix explica además que «creemos que compramos con conocimiento, pero no es verdad. Los supermercados lo saben y juegan con nuestros sentidos«, refiriéndose al neuromarketing, «una disciplina que estudia y predice los comportamientos y reacciones generadas ante las prácticas de la mercadotecnia».
Otra forma de incitarnos a comprar, explican desde computerhoy.com, es la poca amplitud de los pasillos, que suelen ser muy estrechos para que no puedas darte la vuelta si vas con un carrito y tengas que recorrerlo entero, siendo así más fácil que algún producto te llame la atención en el recorrido.
Desde okdiario hablan de otras estrategias como usar colores que hagan más atractivos los productos y nos hagan pensar que lo necesitamos, lo que está a la altura de nuestros ojos se vende más fácilmente que lo que está en la parte de abajo o muy altos, jugar con la iluminación, que si es más cálida nos incitará a coger el producto (en el caso de las frutas, por ejemplo, se trata de conseguir que se vean más rojizas, más maduras y con mejor aspecto) o poner envases grandes de algo junto a la versión en pequeño para que nos de la sensación de que estamos ahorrando y acabemos comprando el envase grande.
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