El encuentro entre Joseph y Stephanie resultó ser de lo más original. Y es que pocas veces-si no es por falta de química- un comensal logra dejar sin palabras al de enfrente.
Pero el empresario lo hizo. Y Stephanie se quedó impertérrita al conocer la prolífica experiencia profesional de la pareja con la que el espacio pretendía ocupar su corazón.
Joseph no acudió solo a la cita. Se presentó allí con su madre para conocer a la muchacha que el programa quería convertir en su media naranja. De paso, dejó entrever que sus intenciones eran serias y que no iba andarse con medias tintas: si la cosa cuajaba necesitaba la aprobación materna para seguir adelante.
La primera impresión al ver a Stephanie fue buena, para ambos. Y esa reciprocidad se respiró en los primeros minutos de la cena. Hasta que Joseph respondió a la ingenua pregunta de la joven: Y tú ¿a qué te dedicas?
Y, claro, Joseph tiró de currículum y comenzó a enumerar… La cara de Stephanie era un poema… y sus explicaciones tras la cámara no dejaban duda: se quedó noqueada, como quién va a Florencia y sufre el síndrome de Stendhal abrumada por tanta belleza.
«Tiene ya dos o tres empresas. Yo solo tengo un trabajo normal…» confesaba la chica después de conocer que Joseph, al margen de su faceta de influencer, es su empresario de éxito, viajero y emprendedor.«¡Wow! Pues yo no tengo toda esa experiencia», respondía.
Y es que a sus 30 años, presumía Joseph «tengo un equipo de más de 180 trabajadores. Empecé cuando tenía 16 años».
Lo que no sabía el chico es que tanto éxito quizá fue la causa de que Stephanie se abrumara y saliera por patas ya que decidió no repetir cita con él ante las «enormes diferencias que les separaban»
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