El 13 de enero se celebra el Día Mundial de Lucha contra la Depresión.
Este trastorno emocional afecta a más de 300 millones de personas en todo el mundo, impactando a personas de todas las edades y de manera muy significativa a adolescentes y personas de la tercera edad.
La depresión es considerada la primera causa mundial de discapacidad e incide notablemente en las tasas de mortalidad y morbilidad.
La batalla contra la ansiedad o la depresión y, en general, contra cualquier trastorno que afecte a la salud mental, siempre es ardua y, en ocasiones, no parece tener una vía fácil por la que tratarla.
Por ello, muchas personas que las padecen recurren a terapias o técnicas de yoga o meditación; pero no siempre funcionan. Pero existen multitud de técnicas avaladas por expertos que ayudan a combatir (o encarar) los episodios de depresión o ansiedad.
Una de ellas es la técnica de la silla vacía, uno de los métodos que forman parte de la popular terapia Gestalt y que ayuda a sumergirse en esos sentimientos, personas o situaciones que te arrastran a ese pozo.
La técnica de la silla vacía forma parte de la conocida como terapia Gestalt; una forma de tratamiento más enfocada en los métodos del estilo del mindfulness. Es decir, consiste en tomar conciencia de lo que está sucediendo en el momento presente (el aquí y ahora); pero no solo a nivel filosófico, sino basándose en una conexión entre cuerpo, emociones y mente.
Ahora bien, para poder focalizarse en el momento presente, curiosamente, es necesario volver atrás. Lo que significa tirar de recuerdos, vivencias anteriormente vividas e, incluso, «fantasmas», como explican desde el centro psicológico Cepsim.
«Lo que ocurre en el momento presente constituye la experiencia de contacto de la persona, bien con el otro, consigo mismo y con el entorno», subrayan los expertos. Se trata de adentrarse en el problema y su raíz: qué nos pasa, cómo y cuándo.
Uno de los métodos que ayudan en este tipo de terapias es la silla vacía; ideada por Jacob Levy Moreno, creador a su vez del psicodrama. Según destaca la terapeuta Chris Gilbert en Psychology Today, se trata de un método que «puede ayudar a las personas a expresar partes reprimidas, censuradas o ignoradas de sí mismas».
Pero, ¿en qué consiste exactamente? En términos genéricos, se trata de hacer una especie de teatralización y, mediante la colocación de varias sillas en círculo en medio de la terapia, el paciente describe las sensaciones que le produce el duelo, trauma o situación que está atravesando y tiene que colocar (metafóricamente) cada una de ellas en uno de los asientos.
De esta forma, la persona mantiene un diálogo interno con aquello que le enquista —emocional, corporal y mentalmente hablando— y contacta con historias, emociones o personas que para dicho individuo resultan inalcanzables.
Los expertos de Cepsim concluyen claramente cuál es la finalidad de la técnica de la silla vacía: «Es la integración de la experiencia en la vida de la persona, poder dejar atrás experiencias dolorosas, elaborar situaciones o integrar aquellas partes que han quedado polarizadas y bloqueadas».
Mientras dura el proceso de la técnica de la silla vacía, el terapeuta actúa como un mero guía y, llegado el momento, le pide al paciente que ocupe una de las sillas vacías, pero el diálogo solo procede de la persona, nunca del profesional.
«La terapia Gestalt te hace concentrarte en lo que sientes dentro de tu cuerpo y en qué pensamientos aleatorios están asociados a esos sentimientos», concluye Gilbert.
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