El pasado 28 de marzo la revista ¡Hola! anunció la nueva maternidad de Ana Obregón a sus 68 años a través de un proceso de gestación subrogada, y tan solo semana después la protagonista confesaba que la pequeña, llamada Ana Sandra, era realmente su hija, fecundada con esperma que dejó congelado su hijo Aless Lequio antes de fallecer en mayo de 2020.
Esta noticia ha generado un debate social a todas las escalas, además del análisis e indagación de la prensa del corazón. La propia Ana Obregón confesaba en exclusiva a la citada revista que la decisión de traer al mundo a la hija de Aless Lequio fue por expreso deseo de su hijo, una última voluntad que expresó a sus dos progenitores poco antes de morir.
La bióloga habla de esta voluntad como parte de un «testamento ológrafo«, el cual «se produce cuando una persona, ante dos testigos, expresa sus últimos deseos«. Según Obregón, los deseos de su hijo eran tres: la creación de su fundación contra el cáncer, traer descendencia al mundo y la publicación de su libro, El chico de las musarañas.
Este libro ha visto la luz este miércoles 19 de abril. En él se recoge el último testimonio de Aless, una obra que no pudo terminar y que ha sido su madre la encargada de darle forma y contar la historia de lucha de su hijo.
De las 231 páginas que lo forman, 159 han sido escritas por la actriz y 28 por Aless. En ella se narra la lucha del joven, así como también se hace mención al deseo de este de tener hijos, incluso aunque él ya no estuviera.
«Mamá, papá: si me pasa algo, acordaos de la muestra que dejé en el laboratorio de Nueva York. Quiero tener hijos, aunque ya no esté. Es mi deseo. Prometedme que los vais a hacer, por favor«, pidió el joven una mañana de finales de abril, cuando le quedaban apenas unos días de vida.
«No digas eso, tú tendrás tus cinco hijos cuando estés bien. Pero si eso es lo que quieres escuchar… ¡Te lo juro!«, le decía entonces Ana Obregón, una promesa que secundaba su padre, Alessandro Lequio: «Yo también te lo juro«.
Según confiesa en el libro Ana Obregón, esta promesa ha sido la que la ha mantenido con vida y, de hecho, la llegó a salvar del suicidio. Tras la muerte de su hijo la actriz se sumió en un poco de tristeza y oscuridad e incluso confiesa que estuvo a punto de quitarse la vida.
«Salí al balcón. Un séptimo piso, la decisión era firme. Me empiné sobre la barandilla que no era muy elevada. Saltar hacia el abismo era mi única opción para seguir viviendo«, narra.
Lo que la hizo cambiar de opinión fueron las palabras de su ex, Alessandro Lequio: «Ana, por Dios, abre la puerta. Tienes algo importante que hacer. ¿Recuerdas lo que nos pidió Aless, su última voluntad?«
Esta añadía dirigiéndose a su hijo: «Tu padre nunca supo que, en ese momento, tu última voluntad me salvó la vida. Se enterará leyendo estas páginas. Juro que en ese instante mi acto lo veía como una salvación, pero quiero dejar claro que el suicidio no es jamás una opción, ni en la peor de las tragedias que puedas vivir. Es una cobardía«.
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