Este trabajo era un sincero ‘te quiero’ de parte de la artista hacia su trabajo y hacia la gente que ha estado a su lado durante su carrera. Con este conmemoraba diez años desde la publicación de su primer álbum y llegaba siendo como un capricho para ella.
Resulta que el plan de Rozalén para esta etapa de su vida era simplemente la de publicar un disco que le gustase al 100% y que sirviese de homenaje para ella misma y para sus raíces. En su hoja de ruta no aparecía comenzar una gira, por lo que después de Matriz solamente dio cinco conciertos para poder interpretar algunos de estos temas en directo y que no se quedase con la espinita.
Tras un tiempo y muchas peticiones por parte del público, la manchega decidió hacer otras cinco paradas durante el verano para que nadie se enfriara y poder compartir la magia de Matriz en vivo, aunque, como dice ella misma, este disco era simplemente «un capricho».
Aun así, la propia artista confiesa que este parón le ha dado miedo. Al mismo tiempo que admite que era algo necesario, sintió temor por la posible respuesta del público. «De primeras me dio mucho, mucho bajón, tengo miedo a que me olviden, a no saber ya qué contar, y necesitaba ser consciente de todo lo que me ha pasado», explica Rozalén.
Sin dejar de lado las necesidades del cuerpo y la mente, la artista dice que ahora está mucho mejor y más segura de los pasos que va tomando. Los últimos cinco conciertos de este verano le han venido como agua de mayo y se plantea a sí misma «que otros ritmos son sanos».
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