Hace más de veinte años que Miguel Ángel Revilla y Aurora Díaz, su segunda mujer, comparten su vida. Se conocieron en el pueblo del político un día de mucha niebla en el que él le cantó una ranchera y cada uno considera que es fundamental en la vida del otro. La pareja tiene una hija en común, Lara y ambos coinciden en que es muy trabajadora y estudiosa. Su día a día se desarrolla en su casa de 120 metros cuadrados en El Astillero, un municipio cántabro con menos de 20.000 habitantes y según explica el político, Aurora es la que insiste en que deje de ir a televisión para poder vivir más tranquilos aún.
Hace unos días Revilla volvía a sentarse por tercera vez en el sofá de Viajando con Chester y reconocía la admiración que siente por su esposa, más ahora que está luchando contra un cáncer de colón, debido al que le han extirpado 35 cm, algo que está enfrentando con una entereza tremenda según explicó, además de asegurar que tiene total confianza en que lo va a superar. «Le han dado quimio y ahora está hasta más guapa, aunque le falte pelo», le contaba a Risto.
Revilla, se se define como un hombre «rutinario» y «de costumbres», de hecho va al mismo peluquero de toda la vida y siempre se toma el café en el mismo lugar. También reconoce que le gusta cocinar y que lo hace mejor que en muchos restaurantes con estrella Michelín, aunque lo de recoger no es lo suyo, según explicaba precisamente su mujer en una entrevista con Bertín Osborne , «Cuando entra en la cocina tiembla el lavavajillas. No es mucho de recoger», decía.
Aurora también se quejaba de que su marido no es romántico y que no salen nada de Cantabria de vacaciones. Otra de las asignaturas pendientes de Revilla con su mujer, es según ella, salir un poco más de Cantabria de vacaciones. En este sentido contaba la anécdota de que en una escapada que hicieron juntos, la dejó plantada porque recordó que tenía que ir a las procesiones de Suances.
Revilla justifica su ausencia en algunos momentos porque dice que para él hay 87 días muy importantes en Cantabria a los que si faltara la gente pensaría que le había ocurrido algo malo. Sobre esto su mujer dice que son cosas suyas y añade: «¡Pero es que después de Cantabria hay vida también! Hay otras cosas». El cántabro reconoce además que aunque en política no le ha pedido consejo nunca a Aurora, ella le daba bastantes, aunque según ella no le ha hecho caso en este sentido.
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