Aristóteles en su obra Política, argumentó que los humanos son seres sociales por naturaleza. Con la vuelta a la normalidad tras la pandemia fueron muchos los que intentaron de alguna manera recuperar el tiempo perdido en ese sentido y llenar sus agendas de citas y compromisos sociales. Sin embargo tan malo es pasarse como no llegar. Y es aquí dónde entra en juego el término «resaca social» que equipara los efectos del exceso de socialización con los del exceso de alcohol.
De la misma manera que tras una noche dónde nos hemos pasado con el alcohol nos sentimos agotados y con falta de lucidez, lo mismo ocurre tras una temporada de exceso de socialización. Y es que las interacciones sociales implican un gran consumo de recursos cognitivos que tal y como explican desde niusdiario.com, «nos pueden dejar exhaustos mental, anímica y físicamente.»
Desde lamenteesmaravillosa.es explican sobre los síntomas de la resaca social que «Puede hacer que los movimientos sean más lentos, que la mente tarde más en procesar y que estemos apáticos e irritables. Incluso puede generar síntomas somáticos, como dolor de cabeza o dolores musculares, debido a la tensión que produjo el periodo de socialización.»
Dese Nius Diario recalcan la importancia de prestar atención a todos esos síntomas que pueden ser «una señal o una invitación a parar, a recuperar el equilibrio perdido. Nuestro sistema nervioso no está diseñado para estar demasiado tiempo con niveles muy altos de activación. Demasiada activación produce un desgaste en nuestro organismo que nos puede llevar a enfermar porque nuestro sistema inmune y otras funciones vitales se pueden ver comprometidas.»
Pero, ¿cómo estar seguros de que lo que sufrimos es resaca social?, el mismo medio recoge unas declaraciones de los psicólogos López-Zafra y Cortés-Denia en las que explican que «lo primero de todo es poder asociar la sintomatología a un contexto cercano en el tiempo en el que nuestra actividad social haya crecido exponencialmente» y añaden otros síntomas como falta de energía, falta de ganas de hablar con nadie y pereza para quedar o salir, además de la sensación de que el cuerpo y la mente pesan y van más lentos de lo habitual.
El primer paso es precisamente identificar que estamos sufriendo resaca social, después quedaría la segunda parte que para algunos es la más dificil: aprender a decir que no. Además intentar mantener nuestro propio espacio y dedicarnos tiempo a nosotros mismos nos ayudará recuperar la energía que necesitamos.
Esto no significa que nunca jamás vayamos a volver a socializar, se trata simplemente de tomarnos un tiempo para recuperarnos y coger fuerzas de nuevo.
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