Esto ha hecho que sobre él se instale un aura de maldición con estos premios que, afortunadamente, se toma con humor. Y es que aunque siempre está bien recibir reconocimientos por parte de la industria, Pablo Alborán tiene claro que el mayor premio es el calor de su público, la lealtad de sus fans tras más de una década en la música y verse rodeado de grandes amigos y compañeros con los que comparte su gran pasión.
«El clavel rojo: el rojo en el clavel simboliza el amor, el orgullo y la admiración. Así me siento hoy, lleno de amor y de apoyo por la gente que me sigue y agota mis shows. Lleno de amor por mi familia, mis amigos y mi amor propio, orgullo por haber podido enseñarles cómo se vive aquí a los miembros de la Academia. Y la admiración que siento por mi mánager, mi equipo y mis músicos«, escribía Alborán.
Unas palabras que servían como reflexión tras irse nuevamente ‘de vacío’ en los premios. El artista parece querer centrarse en el ‘premio’ que realmente le da crédito y lo cataloga como uno de los artistas más importantes de nuestra música: los numerosos conciertos en los que ha colgado el cartel de ‘entradas agotadas’.
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