Una de las escenas que mejor definen parte de la esencia de la exitosa película Joker (2019) es aquella en la que el protagonista, Joaquin Phoenix, está sentado en un autobús y empieza a jugar con una niña para hacerla reír. Después de que su madre la aparte para que no se relacione con ese ‘peculiar’ desconocido, el Joker sufre un repentino ataque de risa.
Todos en el autobús le miran extrañados y un tanto asustados y él saca una tarjeta de su bolsillo y se la entrega a la madre. En ella se lee «Perdone que me ría, tengo un trastorno». Ese trastorno tiene un nombre, es la labibilidad emocional y es escasamente conocido por muchos, más allá de quienes lo padecen.
En el filme, la señora, ajena a lo que verdaderamente sufre este villano encubierto, se gira toscamente y prohíbe a la niña acercarse a ese desconocido y enfermo que se ríe como un loco. Esa es la reacción que muchas personas podrían tener ante un trastorno como este. Por ello, con el fin de evitar estas situaciones de incomprensión, se hace tan necesario conocer un poco más acerca de la labilidad emocional más allá del Joker o de otros famosos que también lo padece, como el actor José Sacristán.
Desde Somos Estupendas, un portal de terapia online y presencial gestionado por mujeres, definen la labibilidad emocional (PBA) como un cuadro clínico en el que una persona pasa por diferentes estados emocionales que suele expresar y gestionar «de forma inapropiada».
Pero no tiene nada que ver con otros trastornos del estado de ánimo, como la bipolaridad. Para poder saber realmente en qué consiste esta alteración emocional es mejor saber qué se considera como inapropiado.
Un ejemplo claro de labilidad emocional y que a simple vista puede costar reconocer es cuando, por ejemplo, en mitad de una importante reunión de trabajo, uno de los compañeros suelta un chiste o comentario en mitad de una situación para nada proclive al humor y, de repente, vuelve a una actitud seria.
O encontrarse en una quedada o encuentro con amigos, pasar un buen rato y, sin esperarlo, pasar a un estado sombrío, triste e incluso soltar lágrimas «sin venir a cuento». ¿Te suena esta situación?
Es decir, no se trata de una enfermedad, sino de una inestabilidad emocional en la que la persona lábil no se expresa de forma correcta o lo hace de una forma exagerada y fuera de lugar, explican desde el Instituto Europeo de Psicología Positiva (IEPP).
Como sucede en la mayoría de trastornos o afectaciones de las emociones, no hay una única razón que motive a las personas a padecerlo, sino que puede deberse a múltiples causas: estrés, ansiedad, apego y crianza, trastornos psicológicos o consumo de drogas.
Los síntomas de la labilidad emocional, a su vez, pueden variar en función del individuo, pero estos suelen ser los más comunes:
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