Todos aquellos que tenemos hermanos coincidimos en que no imaginamos una vida sin ellos. Son las personas con las que crecemos, compartimos secretos, nos apoyan día a día y están en cada paso que damos en nuestras vidas por pequeño o insignificante que sea. Son nuestro refugio y también nuestro salvavidas diario. Sin embargo, no todo el mundo puede decir lo mismo. Con el paso de los años, el alto coste de la vida ha hecho que muchos padres se replanteen no agrandar la familia y, por ende, no tener más hijos. Un hecho que ha llevado a la ciencia a pronunciarse.
La mala fama que tienen los hijos únicos no viene de ahora. Se dice que son personas egoístas, mandonas, torpes, celosas y que están acostumbradas a salirse siempre con la suya por el nivel de consentimiento que al final recae en ellos. Son muchos los estudios que a lo largo de los años ha intentado desmontar este debate popular. No obstante, no ha sido hasta ahora cuando expertos han hablado del tema.
Alice Goisis, profesora asociada de Demografía del Centro de Estudios Longitudinales del University College de Londres, ha hablado para BBC Mundo sobre lo que la ciencia dicta de los niños que no tiene hermanos: «La evidencia, en general, no apoya la idea de que los niños que crecen como hijos únicos tienen una especie de déficit en sus habilidades sociales, comparados con los niños que crecen con hermanos».
Según la propia investigadora, solo se puede comparar a los hijos únicos en «términos de personalidad, relación con sus padres, logros y motivaciones». También ha revelado que los factores que más peso tienen son la situación socioeconómica de la familia y los recursos emocionales que disponen los padres.
Para refutar esta idea, Goisis ha querido hacer una comparación entre Reino Unido y Suecia. Así, destaca que en el primer país ser hijo único es «un indicador de haber crecido en una familia aventajada», mientras que en el segundo «los hijos únicos tienden a provenir de familias en una peor situación económica».
Es cierto que no son muchas las diferencias que a priori se observan, menos aun si nos referimos a términos cognitivos o sociales. No obstante, sí hay algunas ventajas que recaen sobre ellos.
Una de las más notables es la excelencia lingüística que suelen tener los hijos únicos, según apunta Linda Blair. Esto es debido a que la educación por parte de los padres no se ve interrumpida por otros niños. A su vez, suelen ser personas muy organizadas y que saben emplear su tiempo libre. Asimismo, al no tener hermanos o hermanos tienen que encontrar y decidir qué hacen con su tiempo.
Sin embargo, no es todo de color de rosa y Adriean Mancillas, psicóloga estadounidense, también destaca otras desventajas que pueden afectar a estos niños.
«Hay investigaciones que muestran que los hermanos pueden tener un efecto protector cuando hay en el hogar una relación disfuncional de los padres, en cuyo caso esta situación tiende a diluir el impacto negativo de estos estresores». Esto lleva a Mancillas a destacar la importancia de considerar la búsqueda de apoyo más allá de las figuras parentales, como pueden ser los amigos cercanos u otros miembros de la familia.
Otra carencia según la ciencia es la llamada «inteligencia de la calle» en los hijos únicos. La psicóloga se refiere a la inteligencia intuitiva y práctica que te permite «reconocer qué es lo que alguien va a hacer y que realmente no puedes aprender si no convives con gente de una edad similar».
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