Los expertos alertan de que los chavales lo utilizan en muchas ocasiones para aprender sobre el sexo y esto ya está dejando secuelas. Y es que el estudio antes mencionado nos pone delante una situación preocupante: «el primer contacto con la pornografía, de media, se sitúa alrededor de los 13 años. Casi la mitad (el 45%) dice que vio algún tipo de contenido para adultos por primera vez entre los 12 y los 15 años; y uno de cada cuatro lo hizo antes de los 12», explican desde 20Minutos.
Muchos se acercan a este tipo de contenidas para suplir la falta de información y orientación por parte de familia y escuela. Desde FAD explican que «dos de cada diez creen que es un recurso útil para su educación sexual; el 56,1% afirma que el porno le ayuda a conocer y comprender mejor el sexo o lo utiliza como fuente de inspiración (49,5%)».
Respecto a como les afecta consumir este tipo de contenidos, «El 64,5% de los chicos dice que experimenta más; el 59,2% que aprende sobre sexo; el 54,5% que tiene más satisfacción con el sexo; y el 55,4% que le inspira. En este caso, la percepción entre chicos y chicas no está tan diferenciada. También ellas piensan que experimentan más por el porno (así lo dice el 53%); que aprenden (52%); que tienen más satisfacción (42,6%); y que se inspira (42,1%).», explican desde 20Minutos. Y es que la diferencia entre chicos y chicas es significativa, mientras solo el 2,6% de las chicas ven porno cada día, el 22,4% de los chicos dice ver pornografía diariamente y más de la mitad al menos una vez a la semana.
Beatriz Martín Padura, directora general de Fad Juventud explica que el peligro de este consumo prematuro es que su sexualidad que precisamente se forma a edades tempranas, « asuma como normales comportamientos agresivos, violentos, de riesgo o degradantes para las mujeres» e insiste en la necesidad de incorporar de ‘forma más decidida’ la educación afectivo sexual en la familia y escuela. La experta habla también de la importancia de acompañarles en el desarrollo de su sexualidad de forma clara, «que puedan contar con referentes como fuente de información veraz y confiable, que no sea un tema tabú o incómodo que evitemos».
Además, por supuesto, de poner en marcha «los controles necesarios para que no encuentren y puedan consumir pornografía sin ni siquiera buscarla», explica.
MÁS SOBRE: