¿Cuánto tiempo hace que no recibes un mensaje de texto (sin ser publicidad)? ¿O cuándo fue la última vez que diste un ‘toque’ a un amigo o amiga para avisarle de que has llegado? El popular dicho de ‘¿estudias o trabajas?’ puede perfectamente haber evolucionado en un ‘¿eres más de llamadas o de audios?’ de hoy en día.
Que WhatsApp, y otras redes sociales, han cambiado nuestra forma de comunicarnos en el día a día es sabido por todos. Ahora buscamos la inmediatez y la mejor prueba de ello es que ni siquiera aguantamos los audios de más de un minuto. Por eso, la propia aplicación actualizó su sistema para que ahora los usuarios no tengamos que esperar y podamos oír las notas de vos a más velocidad.
Esto no es más que un reflejo de cómo nos mantenemos en contacto con nuestro círculo social o familiar y todo se resume en tres palabras: optimización del tiempo. Si pillas ocupada a la persona, le dejas un mensaje en el chat; y si no te apetece hablar por teléfono o ni siquiera escribir, le mandas un audio y ya lo verá cuando lo tenga que ver, pero tú ya has hecho tu parte.
La coach experta en PNL (Programación Neurolingüística), Anna Flores, lo explica a la perfección en ABC: «Cada vez somos más individualistas y que nos centramos más en nuestro mensaje y lo que queremos transmitir, cuándo y cómo queramos, que en realmente escuchar a la otra persona de forma directa, atenta y consciente».
Esto se resumen en una conclusión, y es que esta sociedad se ha acostumbrado más a los audios y ha dejado cada vez más de lado las llamadas. Una tendencia que no solo nos hace parecer más individualistas, sino también nos crea esa sensación de tenerlo bajo control: lo envías y escuchas cuando y donde quieras.
Otros expertos, como el psiquiatra y psicoanalista José Eduardo Abadi, sentenciaron que con los audios el receptor tiene la garantía y seguridad de que va a ser escuchado y esto no solo le aporta un «mayor control de la situación», sino que también puede «filtrar» o «corregir» su mensaje, como señaló a Infobae.
Pero esta práctica puede volverse un tanto peligrosa para nuestra personalidad, ya que esta individualidad rápidamente puede transformarse en egocentrismo: «Las redes sociales dan el falso efecto de que estamos más conectados […] En realidad nos están acostumbrando a hablar tanto sin interacción humana que cada vez estamos más desconectados de los otros. Estamos llegando a temer las conversaciones en directo y de calidad».
Ahora bien, ¿a qué se debe esta preferencia por las notas de voz? Los expertos lo resumen en tres razones principales: la seguridad, la rapidez y la libertad. Unos motivos que muchos expertos apuntan a que podrían haber surgido de la etapa de confinamiento durante la pandemia, cuando apenas había interacción social real.
«En este mundo en el que la optimización del tiempo es tan importante enviar un audio es más productivo que realizar una llamada porque, al no tratarse de una comunicación síncrona, decimos lo que queremos expresar sin ser respondidos, interrumpidos o cuestionados», sostiene Flores.
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