Y precisamente de esta tripa que recubre el chorizo hablamos ya que aunque conserva mejor el embutido, no siempre es comestible. Lo explican desde la web de Antena 3 , «Si la piel está hecha de la tripa natural, podrás comerla sin problema, en cambio, si es artificial, no te lo pienses dos veces y deséchalo»
La tripa natural procede «de los intestinos de distintos animales, como el cerdo, la oveja, la carne de res, el caballo o la cabra. La más usada es la capa de los intestinos denominada submucosa, muy rica en colágeno. Pasan por un exhaustivo proceso de limpieza. Como recuerda la Asociación Internacional de de Tripas Naturales para Embutidos (INSCA)«, explican desde okdiario.com. Mientras que «la tripa artificial puede ser de colágeno (de origen animal y la más parecida a la natural), celulosa (suele utilizarse en embutidos cocidos como las salchichas de Frankfurt) y plástico autorizado para uso alimentario (usado sobre todo en embutidos cocidos de gran calibre como mortadelas), impermeable y que aísla el embutido», explican.
Para saber si la tripa es natural o sintética bastará con mirar la etiqueta del producto, verás que allí lo indica. Ya que la Norma de Calidad de los derivados cárnicos establece que la tripa natural, al ser considerada un ingrediente más, debe figurar en el etiquetado, matizan desde el mismo medio.
Además a simple vista las naturales suelen tener forma irregular, curvada y van atadas con un cordel. Mientras que las artificiales tienden a arrugarse en los extremos y tienen un aspecto uniforme, sin irregularidades ni imperfecciones.
Pero sea comestible o no, debemos conservar el embutido con su piel ya que una vez empezado nos ayudará a que se conserve durante más tiempo y mejor. Para ello debemos «despegar la piel por un lado y deslizarla hacia abajo antes de cortar los trozos que vayas a consumir. Una vez que acabes vuelve a tirar hacia arriba y dale unos cuantos giros hasta que quede totalmente cubierto y protegido.», explican desde Antena3.
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