Este tipo de botellas llevan algo en su composición que se conoce como polímeros plásticos (polipropileno, copoliéster y polietileno tereftalato de polietileno (PET), que les proporcionan durabilidad y un peso ligero. El sol, el calor pueden hacer que estos polímeros se desprendan y se liberen al agua y de ahí al organismo.
El doctor Nicolás Olea, catedrático del Departamento de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Granada, director científico del Instituto de Investigación Biosanitaria, explica en Saber Vivir que «la preocupación en torno al empleo de plásticos en contacto con alimentos y bebidas es creciente. Sabemos poco sobre la estabilidad de los componentes del envase plástico. Y sospechamos que algunos compuestos químicos podrían pasar al alimento o el líquido que contienen«.
Desde el mismo medio explican que ya hay estudios que «apuntan a que algunas sustancias que se utilizan para la fabricación de los envases de plástico podrían causar alteraciones hormonales que pueden derivar en esterilidad, ovarios poliquísticos, trastornos del desarrollo, problemas del sistema inmunológico y algunos tipos de cáncer, como el de mama»
El experto explica que «se trata de sustancias químicas que, una vez incorporadas a nuestro organismo, pueden modificar el equilibrio hormonal de sistemas tan exquisitos como las hormonas sexuales –estrógenos y andrógenos–, las que regulan el crecimiento, el desarrollo y el metabolismo.»
Pero además al rellenar la botella una y otra vez, sin lavarla con agua y jabón, los gérmenes se van acumulando y estos a su vez pueden producir otras enfermedades.
Por lo tanto, la recomendación es no reutilizar las botellas de plástico y usar en su lugar otras de vidrio o metal, mucho más seguras y ecológicas. No obstante, desde la web 65ymas.com explican que hay algunos indicadores en la misma botella que nos pueden ayudar a saber si esta se puede reutilizar o no.