Aunque la fruta troceada suele estar en los establecimientos en la zona de refrigerados, junto alas ensaladas en bolsa y las verduras preparadas, las frutas cortadas a la mitad están con el resto de la fruta entera. La fruta manipulada se contamina más fácilmente, ya que su interior queda expuesto al aire sin una piel que la recubra e impida que se contamine.
Desde Uppers aluden a una investigación que ha realizado La Agencia Española de Seguridad Alimentaria sobre ello, a partir del estado de conservación de varias frutas como el melón y la piña y cuyas conclusiones parecen claras: la fruta cortada posee una vida útil mucho menor, aunque las más maduras y ácidas como la piña, de deterioran antes.
Por eso, para evitar problemas de salud, debemos comprobar que el comercio donde vayamos a comprar estas frutas cortadas por la mitad cumplen las medidas de higiene reglamentarias y que mantienen el acondicionamiento y temperatura adecuados. Si es así, no hay ningún problema en adquirirla.
Y es que como avanzábamos antes, la fruta cortada tiene un riesgo mayor de contaminarse. Desde la OCU lo explican: “La fruta una vez cortada presenta un mayor riesgo de contaminación, por la propia manipulación (higiene del cuchillo, tabla de cortar…) y porque en el proceso de corte y preparación la pulpa de la fruta, la parte comestible, que hasta ese momento está protegida por la piel o la cáscara, queda expuesta al aire y a agentes externos”.
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