Paz Padilla Ana Obregón

Paz Padilla defiende a Ana Obregón: también recibió un mensaje de su marido tras fallecer

"Fue una señal. No cuestiono a Ana en absoluto"

Raúl Vázquez Fernández

La presentación de su libro ha provocado que siga en boca de todo el mundo. Y es que Ana Obregón ha vuelto a dejar muchos titulares, y Paz Padilla también se ha sumado al debate.

«Me estaban intentando convencer, pero yo no estaba muy segura porque no sabía si tendría fuerzas», comentó la madre de Aless Lequio cuando le propusieron acabar el libro.

Lo que le hizo ponerse manos a la obra fue algo cuanto menos inusual: una llamada de Aless. «Pongo mi móvil sobre la mesa y, de repente, empieza a sonar. Miro y ¿de quién era la llamada? Era de Aless«, aseguró. «Me dije que tenía que hacerlo porque es lo que él quería».

La experiencia que Paz Padilla comparte con Ana Obregón

Sobre este asunto que acaba de desvelar Ana Obregón también ha opinado Paz Padilla. Y lo ha hecho con una revelación muy similar: «Escribo el libro, lo estreno, preparo la obra de teatro y el 7 de septiembre de 2021 voy a estrenar»

«El día del estreno, recibo una foto de Antonio y mía, y miro y digo: ‘¿perdona?’. Un mensaje de Antonio. Lo abro, es su número de teléfono y hay una foto de los dos», dijo en su Instagram.

 

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«Cuando llego a casa, voy a la mesilla de noche y el móvil no tenía batería. Lo pongo a cargar, estaba totalmente vacío. Abro el móvil, aunque no tiene línea, y efectivamente, el último mensaje que manda desde el teléfono es esa foto. ¿Alguien me lo puede explicar? Nadie sabía las claves para abrir ese teléfono salvo yo. Nadie podía abrir ese teléfono y además no había línea […] ¿Es una manera de comunicarse que tienen con nosotros o es que nos reconforta pensar que en cierta forma ellos están?»

«Yo lloraba y lloraba, pero lo interpreté como que me mandó una señal. No cuestiono a Ana en absoluto«, se sincera la actriz y presentadora. «Es como las mariposas, todos los días veo una. En Filomena, con un frío horroroso y nevando, estoy leyendo el último capítulo del libro, llorando como una condenada, y miro fuera y había dos volando. Tengo una casa en Cádiz que es una novena planta y hasta ahí llegan las mariposas. Todos los días veo una».

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