Hace más de un año ya hablábamos de las rutinas ‘face icing’, las que se basan en el frío, sumergir el rostro unos segundos en hielo para prevenir arrugas y reducir ojeras o pasar un hielo directamente por él son algunas de ellas. Famosas como Irina Shayk ya se han apuntado a este tipo de rutinas, pero, ¿son realmente eficaces?
El ‘face icing’ sí que tiene beneficios para la piel, la descongestiona y ayuda a reducir la hinchazón, pero debe hacerse correctamente y desde luego no aplicar directamente el cubito de hielo.
Desde 20Minutos aluden a la opinión de la dermatóloga Leire Barrutia , que en su cuenta de Instagram (@dermisphere), por qué no aplicar el hielo directamente en el rostro: “No tenemos ninguna evidencia de que el hielo sobre la piel mejore su salud y sí puede empeorarla al dar lugar a quemaduras”,
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Además de quemarnos, aplicar hielo directamente en el rostro puede provocar enrojecimiento de la dermis debido al contraste de temperaturas y en los casos más extremos, eccemas, añade además que «produce vasoconstricción, lo que dificulta la absorción de los cosméticos, evitando así su eficacia».
Sin embargo la dermatóloga habla también de las bondades de aplicarlo mediante otras técnicas, que si puede resultar muy beneficioso. Algo en lo que coincide la maquilladora Cristina Lobato que explica que «el hielo se puede integrar en la rutina de higiene facial, siempre y cuando este vaya cubierto por una toalla o paño de algodón que proteja la piel del contacto directo con el hielo. Masajear el rostro de esta manera para activar el frío.
Las mascarillas o antifaces fríos, los rodillos de jade y para zonas concretas como las ojeras, los parches específicos, son otras alternativas a envolver el cubito en una toalla. Aunque lo más sencillo es lavarnos la cara con agua fría.
El hielo ayuda a retrasar el envejecimiento prematuro de la piel, ya que al activar la circulación, promueve su elasticidad y, por tanto, promueve una piel más tersa. Además reduce la inflamación y con ello bolsas y ojeras disminuyen. El efecto es una piel rejuvenecida y un efecto buena cara. Además hace que los poros sean menos visibles, relaja las facciones y elimina los rastros de cansancio. Aunque la experta matiza que «las pieles más sensibles o con alguna patología como rosácea o acné deberían evitar el uso de esta técnica sin consultarlo con un experto, puesto que puede provocar reacciones».
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