La palabra menopausia está cargada de connotaciones negativas, que suelen estar asociadas a las molestias que trae consigo. Sin embargo, no todo es negativo durante este momento vital en las mujeres, se trata simplemente de una serie de cambios fisiológicos y también emocionales que suponen un paso a la madurez.
Y es que no es algo que suceda de repente, sino que comienza con cambios muy sutiles como alteraciones en nuestro ciclo, disminución del flujo menstrual o cambios emocionales, además de alteraciones del sueño y sofocos, sin olvidarnos de los cambios a nivel metabólico que pueden hacernos engordar o que nos cueste más adelgazar. Sin embargo, esto último no es siempre así.
La dietista-nutricionista Raquel Bernácer explica en El País que muchas mujeres achacan su aumento de peso al proceso de transición a la menopausia. Y añade que «es frecuente que lleguen mujeres entre los 45 y 55 años que, de repente, se encuentran con 12 kilos de más. Este ‘de repente’ es la manera en la que lo suelen verbalizar las pacientes, pero no es algo que ocurra de la noche a la mañana. En realidad, lo que está ocurriendo es algo más complejo, pues están confluyendo una serie de acontecimientos que potencian el riesgo de que aumente la cantidad de grasa corporal más de lo debido durante esta etapa vital.»
Desde el mismo medio explican que durante la perimenopausia las mujeres solemos coger unos dos o tres kilos, algo que es debido a la falta de estrógenos que a su vez hacen que aumente nuestra grasa corporal. Sin embargo, como también disminuye la masa muscular, el peso se ve levemente afectado.
Lo que sí se produce es un cambio en la distribución de la grasa corporal, que tiende a acumularse en la zona del abdomen. A esto hemos de sumarle que la disminución de masa muscular se suele traducir en una tasa metabólica basal menor o lo que es lo mismo, al tener menos músculo quemamos menos calorías en reposo.
Además, es un momento vital en el que suele disminuir nuestra actividad física. La mitad de las mujeres entre 45 y 64 años no practican actividad física ningún día de la semana. Algo que influye también sobre nuestra masa muscular, «descendiendo su proporción y contribuyendo a esa disminución de la tasa metabólica basal, dando como resultado un aumento en la grasa corporal». Por eso es tan importante realizar actividad física programada de forma habitual que nos haga mantener nuestra masa muscular.
Perdemos una media de entre un cinco y un diez por ciento de masa muscular cada década después de los cincuenta. Esto significa que la energía que gastamos para mantener el cuerpo activo disminuye en un tres por ciento aproximadamente cada diez años.
Por eso la nutricionista insiste en la importancia del enfoque multifactorial a la hora de mantener o perder peso en esa época de nuestra vida, que incluya alimentación, ejercicio físico y apoyo psicológico para facilitar el cambio de hábitos.
Incluir en cada comida y cena entre un cincuenta y un setenta y cinco por ciento de vegetales, comer fruta a diario, consumir proteínas de origen vegetal y tomar legumbres dos o tres veces por semana, puede ser una buena pauta alimenticia.
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