Su muerte supone el adiós del último clásico del cine español, pues ya en los 80 nos dejó Luis Buñuel, a inicios de siglo lo hacía Juan Antonio Bardem y hace algo más de una década Luis García Berlanga. Solo nos quedaba Saura y ahora, con su muerte, el cine se siente un poquito más huérfano, si no fuera por el hecho de que siempre estarán vivos en la memoria de la gente gracias a sus películas.
Carlos Saura nació en Huesca en el año 1932, apenas tenía cuatro años cuando estalló la Guerra Civil. Su vida estuvo marcada por la dictadura franquista, etapa que sin duda influyó en sus proyectos como director. De hecho, fue La caza la película que le catapultó a la fama en el año 1966, un largometraje en el que trataba de la guerra desde el simbolismo, dada la censura y los peligrosos años del franquismo. Esto se terminó convirtiendo, sin duda, en una seña de identidad del director.
Desde la Academia de Cine, la cual le iba a hacer entrega este sábado 11 del Goya de Honor, han lamentado la muerte del director, recordando las palabras que este expresó cuando se le comunicó que se le iba a hacer entrega de este distinguido premio: «He tenido suerte en la vida haciendo aquello que más me atraía: he dirigido cine, teatro, ópera y he dibujado, fotografiado y pintado toda mi vida. Recibo con mucha alegría y agradecimiento este galardón que me otorga la Academia, a la que también quiero agradecer la gran labor que hace promoviendo y protegiendo nuestro cine y nuestra cultura, que es de las cosas más importantes que tenemos”.
Ya en su momento Fernando Méndez-Leite, presidente de la Academia, justificaba este Goya de Honor a Carlos Saura «por su extensa y personalísima aportación creativa a la historia del cine español desde fines de los años 50 hasta hoy mismo«.
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