Con lo primero en lo que tienes que tener especial cuidado es con las caídas, aunque los móviles ya suelen estar preparados para combatirlas, si reciben un impacto muy fuerte los componentes internos se pueden dañar. Por eso y para evitar sustos protege tu terminal con una funda o un cristal templado.
Otro gran enemigo de nuestro teléfono en verano es sin duda el agua, desde una ola enorme que arrasa con todo lo que tienes en tu bolsa a una caída accidental a la piscina mientras mandas una foto tranquilamente sentada en el bordillo.
Mucho peor es que se te caiga al mar ya que el agua salada tiene un efecto corrosivo inmediato sobre los componentes eléctricos por ello es muy importante extraer la batería y sumergirlo en agua dulce para eliminar el agua salada, luego secarlo, conectar la batería y encenderlo. Así lo explicaba al Diario Vasco Javier Lemos, ingeniero de producto de SPC.
Lemos explica el mito de introducir el móvil en arroz para secarlo: «Hasta cierto punto es un mito, puede acelerar algo la absorción de la humedad pero según algunos estudios resulta igual de eficaz que dejar el móvil al sol«. Si la inmersión ha sido rápida lo mejor es sacar la batería y dejarlo secar un par de días. Quizás así haya alguna posibilidad de recuperar nuestro móvil.
La arena y el sol son los otros dos grandes enemigos de nuestro smartphone. Respecto a la primera el experto explica que «los móviles se diseñan con cierto grado de hermeticidad y es difícil que entre arena al interior, aunque sí polvo. Por ello, conviene limpiar estos restos, sobre todo para evitar ralladuras en pantalla y carcasa.»
Y respecto al exceso de sol debes saber que si se calienta el panel de tu móvil, su modo táctil podría dejar de funcionar y cómo mucho se pueden degradar los componentes de la batería y dejar de funcionar.
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