Lo explican desde El confidencial, «Los investigadores encontraron que el uso de ciertos jabones puede atraer o repeler a los mosquitos, lo que a su vez también depende del olor individual de cada persona». Y es que los mosquitos hembra para detectar las fuentes de sangre y así a su victima dependen en gran medida, «de las señales olfativas emitidas por sus anfitriones». Y en esto puede interferir el jabón que usemos y sobre todo los numerosos compuestos orgánicos volátiles que contienen.
Los investigadores se centraron en los mosquitos Aedes aegypti y vieron cómo era de atractivo para ellos cada persona voluntaria antes y después de lavarse con diferentes jabones. «Descubrieron que los jabones interactúan de maneras interesantes con la firma olfativa natural de una persona (como un perfil de olor único), lo que afecta a los compuestos químicos a los que responde un mosquito en un huésped humano», explican.
De hecho el estudio se centró en la manera en la que los jabones pueden influir en cómo olemos y cómo esa combinación puede atraer o por el contrario repeler a los mosquitos. No todos los jabones afectaron de la misma forma a los voluntarios del estudio. Por ejemplo el olor a flores o plantas que desprenden muchos jabones y champús haría que los mosquitos se sientan atraídos por nosotros ya que «cuando no se alimentan de sangre, complementan su ingesta de azúcar con néctares de plantas», explican. Los autores de la investigación quieren seguir probando variedades de jabones y olores con más voluntarios para identificar patrones o reglas generales.
Al margen de este estudio, hace unos meses la revista Cell publicaba un estudio de la Universidad Rockefeller de Nueva York, que explicaba otra de las razones de que a algunas personas les piquen más mosquitos que a otras: la presencia de los ácidos carboxílicos, que tal y como explican desde la web de la Cadena Ser son, «un grupo de moléculas que cada persona segrega en cantidades diferentes. Su elevada presencia en la piel humana funciona como un imán que multiplica por cien el atractivo para la hembra del mosquito Aedes aegypti, transmisor de enfermedades como el dengue, la chikunguña o la fiebre de Zika.»