La base de la última investigación llevada a cabo por especialistas del departamento de salud y cardiología de Harvard, Julie Corliss y Howard E. LeWine, es incluir en nuestra dieta productos de origen marino; con especial inciso en aquellos que «están en lo más bajo de la cadena alimentaria».
«Es mucho mejor para su salud y el medio ambiente cuando reemplaza las fuentes de alimentos terrestres, especialmente la carne roja, con fuentes de alimentos acuáticos«, apunta Christopher Golden, profesor asistente de nutrición y salud planetaria en la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard.
Estos alimentos que recomiendan los especialistas son, sobre todo, los peces pequeños y los bivalvos; por su valor nutricional y ambiental, algo que la gran mayoría pasan por alto. Eso sí, los expertos aconsejan que en lugar de recurrir al salmón o el atún enlatado, las opciones más socorridas, se opte por la caballa o las sardinas.
También sugieren otros como el arenque, las almejas, las ostras o las anchoas. El estudio recalca, además, que los peces pequeños contienen menos cantidad de mercurio y bifenilos policlorados (PCB) en comparación con las especies grandes como el atún y el pez espada.
Esa no es la única sugerencia que aportan desde Harvard. También apuestan por evitar los rebozados de estos peces en harina. Asimismo, Golden destaca que la dieta mediterránea incluye pescados pequeños como los arenques en escabeche, las sardinas frescas o las anchoas.
Pero, ¿a qué se refiere con alimentos que estén en lo más bajo de la cadena? La respuesta puede ser inesperada para muchos: las algas marinas. Un ejemplo de ello son los nori (las láminas con las que se enrolla el sushi). Según Corliss, entre las ventajas que aporta este alimento destaca que son bajas en calorías, aportan gran cantidad de fibra y contienen yodo, el mineral necesario para la producción de hormonas tiroideas.