Sin embargo hay una variedad que los nutricionistas no recomiendan tomar, la lechuga iceberg, cuyo nombre se debe a que los productores, para transportarla a otros lugares, les colocaban cubos de hielo sobre ella para que se conservara mejor.
Este tipo de lechuga se caracteriza por tener hojas pequeñas y rizadas de color verde claro y mucho más compactas que las de la lechuga clásica, siendo estas muy firmes y crujientes. Sin embargo con respecto a otras variantes, su nivel nutricional es más bajo. Y es que en general las variedades de lechugas cuyas hojas están más protegidas de la luz solar tienen niveles más bajos de vitaminas y antioxidantes.
Sin embargo frente a un nivel nutricional más bajo que otras variedades, la lechuga iceberg tiene otras ventajas, como que al formar cabezas cerradas respira más despacio y, por ello, se conserva mejor. Además de sus proporciones importantes de casi todas las vitaminas del grupo B, a excepción de la vitamina B12, lo que la hace muy favorable para agilizar el proceso digestivo. A esto hay que sumarle que no tiene ningún tipo de aporte de colesterol y contiene betacaroteno, ácido fólico, potasio, sodio, fósforo y magnesio, así como cobre y calcio.
Por todo ello no debemos rechazar el consumo de este tipo de lechugas, pero si hemos de saber que hay otras variedades mucho más completas nutricionalmente e incluso otras hortalizas de hoja verde como las espinacas, que tienen una proporción considerablemente mayor de fibra, 6,3 gramos, y una mayor cantidad de vitaminas y de minerales.
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