¿Has hecho la lista de la compra y has apuntado carne picada? Si estás en el supermercado es posible que hayas identificado que las bandejas de carne picada están muy lejos de serlo realmente por composición y por legalidad. Quienes hayan puesto en práctica la paciencia seguramente hayan comprobado en el etiquetado que la palabra «carne» brilla por su ausencia y que, en su lugar, se habla de burguer meat.
¿Será uno de esos trucos marketinianos de la industria alimentaria o simplemente se trata de una legislación ambigua o enrevesada sobre lo que comúnmente conocemos como carne picada? Todo es posible. Y es que bien es cierto que los preparados cárnicos siempre han acabado siendo protagonistas de todas las polémicas. Esta posible sospecha viene fundamentada porque la propia Organización de Consumidores (OCU) realizó un estudio en el que daba una mala puntuación a los envases de bandeja picada que ocupaban los stands de los supermercados.
Según un licenciado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos Miguel Ángel Lurueña, popularmente conocido en las redes sociales como @gominolasdepetroleo, ha compartido desde su perfil una imagen de este producto envasado alertando a los usuarios de que lo que compramos en el supermercado realmente no es carne picada. Esto ha habierto el debate sobre las diferencias existentes entre la carne picada y la burguer meat. En palabras del experto, el primer alimento hace referencia a “un producto elaborado con carne y sometido a un proceso de picado”, mientras que el segundo es un preparado en el que no solo está presente la carne, sino que incluye otro tipo de “aditivos y conservantes”.
¿Carne picada? No. En realidad es un preparado de carne, compuesto por un 95% de carne y un 5% de otros ingredientes >>> pic.twitter.com/TLcD4FYCe1
— Miguel A. Lurueña (@gominolasdpetro) February 7, 2023
De hecho, la burguer meat es el producto que reina en los supermercados y que contiene alrededor del 96% de carne, además de sulfitos, colorantes y todo tipo aditivos. En el otro lado, si hablamos de carne picada 100%, el contenido graso no puede superar el 20% y la proporción de proteína no puede excederse del 15%. Esta será la fórmula que te ayude a asegurarte que la bandeja que te estás llevando a casa es realmente carne picada. Para ello, solo basta con mirar detenimiento el etiquetado del producto y comprobar qué porcentaje de carne incluye.
Según el Real Decreto los productos cárnicos están divididos en tres categorías. A las ya mencionadas, carne picada y burguer meat se le une un último concepto que es el de preparado de “hamburguesa”, el cual confunde más que aclara al consumidor. En este caso, la carne solo lleva condimentos (sal y pimienta) y antioxidantes naturales.
Lureña aclara que posiblemente las clásicas hamburguesas preparadas que compramos pertenecen más a la última categoría, cuya fecha de caducidad oscila las 72 horas. “Lo que marca la diferencia entre unos productos y otros es el uso de sulfitos, que es el que determina los requisitos del producto, porque en burger meat se pueden utilizar y en otros preparados de carne, no. Así que, cuando se utilizan hay que añadir al menos un 4% de vegetales”, puntualiza.
Con esta información podría decirse que se trata de una cuestión de calidad y de definición legal y no tanto de seguridad alimentaria. Cabe recordar que el uso de aditivos y sulfitos es seguro, pero que, como todo en esta vida, “su consumo excesivo” puede derivar en problemas de salud.
Con todo esto seguramente te estés peguntado qué opción es mejor. Pues en teoría aquella cuyo porcentaje de carne sea mayor. Otra cosa es que su corte y su producto sean de buena calidad, ya que este sería otro debate.
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