Se conoce como la droga de los pobres por su bajo coste de elaboración y venta aunque su verdadero nombre es Karkubi. La Policía está realizando cada vez más incautaciones de esta sustancia que ya se distribuye por toda España, la última el pasado once de mayo en un control en la calle San Bernardo de Madrid, dónde requisaron 525 unidades de Rivotril, uno de los ansiolíticos que se utiliza en la elaboración de esta droga.
«No podemos hablar de alarma social, pero si estamos viendo la peligrosidad de esta droga que está provocando conductas psicópatas entre los jóvenes», han explicado fuentes policiales a 20minutos.
El Karkubi proviene de Marruecos donde la consumen personas con pocos recursos económicos y en España entró durante la pandemia y todavía se sigue comercializando a través del mercado negro.
Y es que su bajo precio hace que su consumo se esté extendiendo entre los más jóvenes que pueden adquirirla por tres euros como máximo. Aunque «lo que ellos no saben es que puede producir efectos incontrolables que les pueden convertir en auténticos monstruos», explican desde el mismo medio.
Desde la web de Telemadrid se refieren a un estudio de la clínica Antolex que señala que esta droga resulta de la mezcla de las benzodiacepinas con otras sustancias «como el maajun, una popular masa de harina mezclada con hachís en polvo, alcohol, colorantes y pegamento».
Uno de los medicamentos legales de venta en farmacias que se usa en la elaboración del Karkubi es el Rivotril, un potente ansiólitico de cuya venta excesiva ya habían alertado las autoridades médicas además de un antiepiléptico llamado Fenobarbital, que mezclan cómo reseñábamos anteriormente con hachis, alcohol y pegamento. Las cápsulas resultantes se conocen en el mercado negro como ampolla roja, cartucho, recarga o Guadalupe.
Incluso hay redes de tráfico hispano marroquíes que colaboran para la producción y distribución de la droga, desde España mandan a Marruecos las pastillas de Rivotril y desde allí hacen la mezcla.
Médicos como el Doctor Gaona, psiquiatra alerta sobre sus efectos que van desde amnesia a escenarios psicopáticos de extrema agresividad, «que en algunas ocasiones acaban en suicidio». En Marruecos incluso ha habido ya casos de coma en algunas personas.
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