Esta incomodidad no se debe a que no les guste comer o a algún trastorno alimenticio, sino a una situación incómoda que se presenta después de ingerir cualquier alimento. Se caracteriza por una hinchazón exagerada y, en algunos casos, dolor. Esta reacción tiene un nombre y una explicación.
Se trata del Síndrome del Intestino Delgado con Sobrepoblación Bacteriana, conocido como SIBO (por sus siglas en inglés «Small Intestine Bacterial Overgrowth»). Este síndrome ocurre cuando el sistema digestivo, que alberga miles de bacterias, no realiza adecuadamente la absorción de nutrientes. El problema surge cuando estas bacterias se comportan anormalmente y provocan un crecimiento excesivo en el intestino delgado.
Lo habitual es que el intestino delgado tenga una colonización bacteriana mínima para garantizar una adecuada absorción de los nutrientes. Sin embargo, cuando este órgano contiene un exceso de bacterias resulta en una mala absorción y provoca deficiencias nutricionales.
Existen diversos factores que pueden desencadenar el SIBO, como las intervenciones digestivas, enfermedades inflamatorias intestinales como la enfermedad de Crohn, la disminución de la secreción de ácido clorhídrico, alteraciones secundarias a infecciones gástricas o cambios anormales en el pH del intestino delgado, entre otros. Además, el estrés, la falta de descanso y una mala alimentación pueden agravar esta enfermedad.
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Aunque los síntomas pueden variar dependiendo de la personas, la queja más común es tener la barriga super hinchada en cuanto comes o durante todo el día. También se habla de otros síntomas digestivos como flatulencias, eructos, malestar abdominal, diarrea o estreñimiento.
La prueba más común para diagnosticar el SIBO es un test del aliento conocido como test de lactulosa o test de hidrógeno y metano espirado. Estos tests pueden adquirirse en línea o realizarse en un laboratorio especializado. Los especialistas en aparato digestivo son los médicos encargados de tratar esto, por lo que será este profesional quien considere la necesidad de realizar el test de aliento si los síntomas sugieren este trastorno y quien debe evaluar los resultados obtenidos.
Una vez diagnosticado el síndrome existen varios tratamientos que pueden ayudar a reducir el malestar. Los antibióticos son una opción común para tratar el SIBO. Sin embargo, es crucial tener en cuenta que pueden afectar la flora intestinal beneficiosa, por lo que su uso debe ser supervisado por un médico. Aunque pueda parecer contradictorio, en ciertos casos, los probióticos también pueden dar resultado para restaurar las bacterias beneficiosas en el intestino, equilibrar la microbiota y reducir el crecimiento excesivo de bacterias indeseables.
En general se recomienda introducir una dieta baja en carbohidratos fermentables (FODMAP). Este tipo de alimentos pueden fermentarse fácilmente en el intestino, lo que puede empeorar los síntomas del SIBO.
Tabla orientativa con alimentos ricos o con contenido moderado en FODMAPS: