El diálogo entre padres e hijos tienen muchas ventajas, tal y como explica, «en ese momento, padres e hijos se sienten más unidos. Se divierten más y llegan a entenderse mejor. Esta conexión contribuye en gran medida a prevenir problemas de comportamiento y a reducir el estrés, la ansiedad y la depresión de padres e hijos»
Pero hay algo más, a largo plazo estas conversaciones significativas se acumulan a la hora de desarrollar habilidades en los niños y es que «Al hablar en voz alta sobre sus pensamientos y emociones, los niños desarrollan más empatía, confianza, creatividad y conciencia de sí mismos.», explica.
La profesora explica además que es importante adaptarnos a su estado de ánimo, además de a su temperamento y preferencias en cuanto a cuándo y dónde mantener conversaciones. No forzarles a hablar en los momentos no preferidos e insta a animarles a hablar más mediante pausas y preguntas abiertas del tipo de ¿puedes decirme más?. Y añade, «Permita que su hijo explore lo que le interesa o le fascina, y dedique tiempo a que hable de lo que le preocupa. De este modo, su hijo entenderá que a usted le importa lo que le pasa por la cabeza y que quiere animarle y guiarle».
Respecto a la manera de hablar con ellos resalta que debemos hablar despacio, dejando espacio para sus preguntas, además de enfatizar en el tono, ellos deben sentir que tenemos curiosidad por como se sienten y que no les estamos juzgando ni queremos avergonzarlos. Y por último la atención, debemos sentarnos o caminar con ellos con toda nuestra atención, eso significa dejar el teléfono, explica, «nuestros hijos se sienten más vistos y escuchados y nuestras conversaciones pueden ser mucho más enriquecedoras».
Respecto al dónde y el cuando tener una conversación productiva explica que sirve cualquier lugar y momento. «Sí, podemos tener una conversación de calidad en cualquier momento del día, y realmente sobre cualquier cosa».
Además es importante que como padres dejemos espacio a la creatividad, ellos están viviendo la mayoría de las cosas por primera vez y tienen una curiosidad y excitación naturales y una gran creatividad, «que surge al intentar dar sentido al mundo». «Imaginan que los árboles pueden ser morados, por ejemplo, o que las personas pueden envejecer y rejuvenecer», explica, pero a veces por ayudarles a tener éxito intentamos que vean las cosas como nosotros desde nuestro mundo de adultos y les decimos cómo deberían ser. De esa forma podemos bloquear su curiosidad natural y su pensamiento creativo. Y aconseja, «Con niños de todas las edades, debemos centrarnos no sólo en lo que «es», sino también en lo que podría ser. «Esto no es sólo por diversión, sino que les ayuda a ser más creativos e inventivos a largo plazo, lo que puede dar lugar a grandes descubrimiento».
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