El experto, explican desde Uppers, «habla de la plasticidad cerebral como clave en la salud. La plasticidad es la capacidad de nuestro cerebro para explorar rutas nuevas y readaptarse a nuevas situaciones» y añade que, «existen seis hábitos que nos ayudan a ganar esa plasticidad que será de gran utilidad en momentos de transición, como es la vuelta de las vacaciones».
El primero de estos hábitos es bajar nuestro nivel de cortisol, que si está elevado provoca estrés crónico, mediante pausas, escuchaando música o haciendo ejercicio.
Benito habla además de la importancia de descansar bien, una media de siete u ocho horas sin interrupciones y «en función de nuestros ritmos circadianos, los que organizan la respuesta del cuerpo a los ciclos de luz y oscuridad», explica.
Pero aún hay más cosas que podemos hacer para lograr esa plasticidad en nuestro cerebro, meditar es una de ellas. Algo que según la neurociencia, ‘proporciona beneficios tangibles’. Y es que si practicamos meditación veinte minutos todos los días, «el tamaño de la amígdala cerebral, involucrada en emociones como la rabia o el miedo, decrece, mientras que la corteza prefrontal, la que gestiona la capacidad ejecutiva, la que establece estrategias, aumenta», explica. Además ayuda a mejorar la depresión y ansiedad y fomenta el bienestar psicológico,
Y dos hábitos más: marcarnos metas pequeñas y cuidar nuestra microbiota. Respecto al primero el neurocientífico explica que «Los proyectos u objetivos a largo plazo suelen agobiar al cerebro. Nuestra mente funciona mejor con metas realistas que puedan hacerse en poco tiempo». Por otra parte la microbiota, tiene mucho impacto en el bienestar emocional gracias al eje intestino-cerebro. Podemos ayudarla tomando alimentos como yogur, que contiene probióticos y no abusando de procesados, azúcares y antibióticos.
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