Se puede comer crudo y maduro, entonces tiene un sabor muy parecido al de la chirimoya, pero también se puede hacer asado, frito, a la parrilla, al vapor o al horno, y entonces su sabor y su textura son muy parecidos al del pan recién horneado y para algunos al de la patata.
«Todas las partes del árbol y del fruto se aprovechan, desde el látex hasta las raíces, para tratar distintas dolencias como el asma, la presión sanguínea elevada o la ciática, entre otros», explican desde rtve.es. E incluso se dice que quemar sus flores sirve para ahuyentar a los mosquitos.
Y ahora, «Un equipo de investigadores de la Universidad de Columbia Británica ha estudiado el efecto del consumo de harina molida de este fruto en la digestión a partir de experimentos realizados con ratones», explican desde el mismo medio. Ying Liu, es el director del estudio, publicado en 2020 en Plos One.
Del estudio se deduce que la proteína del fruto del pan es más fácil de digerir que la proteína del trigo y de hecho, los ratones que fueron alimentados con frutipán, tuvieron una tasa de crecimiento y un peso corporal mayores que en los que tomaron una dieta normal.
Y es que según Liu, si comemos al día 189 gramos de fruta del pan cocida, satisfaremos casi el 57% de nuestra necesidad diaria de fibra,‘ más del 34% de su requerimiento de proteína‘. Además nos aportará hierro, calcio, potasio, fósforo y vitamina C. Explican desde 20Minutos.
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