De hecho, según el estudio ‘Diferencias de género en los trastornos del sueño’, «la pubertad, la menstruación, el embarazo o la menopausia fases con oscilaciones hormonales, están asociadas a alteraciones de los patrones de sueño», explican desde La Vanguardia.
En declaraciones a El Mundo, la neuróloga del Centro de Medicina del Sueño del Hospital de Parma, Carlotta Mutti, también señala el aspecto hormonal como uno de los más importantes, «porque las hormonas sexuales, estrógenos y progesterona en las mujeres y testosterona en los hombres, tienen receptores repartidos por todo el cerebro y pueden influir directamente en la arquitectura del sueño. Los estrógenos, que alcanzan su máximo en la primera fase del ciclo menstrual, favorecen el aumento del sueño REM». Mientras que en el caso de los hombres no hay apenas fluctuaciones hormonales y la concentración de testosterona es mucho más estable.
La llegada de la menopausia es sin duda un momento crítico a este respecto, una etapa durante la que muchas mujeres se desvelan por la noche e incluso se despiertan mucho más temprano. Esto se debe a la disminución del estrógeno y la progesterona que se origina durante este periodo en la mujer. «Hasta el 80% de las mujeres empiezan a tener sofocos durante la premenopausia, y pueden durar años. Para un 20% de las mujeres, los sofocos son tan frecuentes e intensos que interrumpen el sueño.«, explica la Doctora Mutti.
En el embarazo sin embargo, las hormonas favorecen el sueño ya que «la progesterona, una hormona que predomina en la fase postovulatoria de la mujer y que se mantiene en concentraciones muy elevadas durante el embarazo, favorece el sueño profundo y reduce el sueño Rem», aunque una vez que nace el bebé, tendrán «las interrupciones del sueño típicas debidas al cuidado del recién nacido.»