Algo que contradice bastante los gustos habituales de los viajeros que normalmente prefieren ir en la parte de delante del avión y si es posible cerca de la puerta en el asiento del pasillo.
Burfitt explica que descubrió esto en un viaje de Sydney a Los Angeles dónde el pasajero de detrás suyo, no dejaba de darle patadas sin querer cuando intentaba colocarse. Al pedirle amablemente que tuviera cuidado, su respuesta fue que no podía ponerse cómodo y que no le prometía nada. El periodista encontró la solución cuando de camino al baño observó lo relajadas que viajaban las personas que ocupaban los asientos del fondo del avión. En ese momento decidió que ese sería su asiento a partir de ahora en los viajes largos.
El experto en viajes explica además las razones que le hacen pensar que este es el mejor asiento y cita entre otras que es un lugar en el que te aseguras que nadie te va a dar patadas, además de contar con un gran espacio para apoyarte y dormir. Lo describe como una «joya escondida», a la vez que con sentido del humor pide discreción al respecto para que no se convierta en un asiento muy solicitado y haya que pelearse por él.
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