La falta de apetito puede ser normal, y la explicación de por qué pasa eso puede ser a causa de varios agentes. Desde fluctuaciones hormonales hasta qué hayas ingerido el día anterior puede condicionar tu apetito la mañana siguiente.
Según la doctora Ana Crespo: «Si nos levantamos sin apetito, no habría ningún inconveniente en no desayunar y comenzar a tomar algo cuando nuestro cuerpo nos informe con señales de hambre. Y esto no tiene por qué implicar que luego el hambre se acrecente por la noche, ya que tanto al mediodía como en la merienda podremos hacer pequeñas tomas que nos permitan no hacer una cena copiosa».
Una de las principales causas es el estrés. Esto puede disminuir los niveles de las hormonas del apetito, alterando el ciclo natural. Mientras nuestro cuerpo se encuentra en el ayuno nocturno, se usan las reservas de glucosa almacenadas en el hígado para mantener un equilibrio en los niveles de azúcar en sangre. Esta fuente de energía dura aproximadamente ocho horas. Sin embargo, en casos de estrés crónico, que conlleva una constante liberación de cortisol, nuestro apetito puede verse reducido.
La falta de apetito también puede estar relacionada con la melatonina. Si presentamos altos niveles de las hormonas del sueño al despertar, reducirán notablemente nuestras ganas de comer algo por la mañana.