La primera prueba fue el clásico reto de ‘seguir al chef’. No es la primera vez que esta prueba forma parte de la final, pero en esta ocasión tenía un punto extra de dificultad: el chef era Jordi Roca, el pastelero de El Celler de Can Roca, quien sufre distonía cervical.
El cocinero llegaba con un impresionante postre que los finalistas debían replicar siguiendo sus instrucciones. El problema era que este, aunque ha recuperado el habla en gran parte, aún tiene dificultades a la hora de hablar. El propio Pepe Rodríguez advirtió que la condición del chef podría añadir un punto de dificultad a la prueba. Tan evidente era que incluso el programa llegó a subtitular al cocinero para que los espectadores pudieran comprender sus directrices.
Esto es lo que le ocurrió a Toñi Moreno, que perdió el hilo del cocinado paso a paso, lo cual arrastró durante toda la prueba. Daniel Illescas, por su parte, se perdió en un primer momento, pero en el transcurso del cocinado supo reponerse. Los espectadores evidenciaron la complicidad del reto, y no dudaron en tachar de «mala leche» la decisión del programa.
Jordi Roca sufre una distonía cervical desde hace más de 13 años. Se trata de una enfermedad neurológica que afecta a la musculatura del cuello, lo que tiene consecuencias como la torsión del cuello o la pérdida de la voz. No obstante, tras varios años de reeducación vocal y ejercicios respiratorios, el chef logró recuperar parte del habla y la postura natural de su cuello.
MÁS SOBRE: