La hipocondría es un trastorno por el que una persona se somete constantemente a un autoanálisis minucioso de las funciones fisiológicas básicas como fruto de un miedo por desarrollar una enfermedad grave. Ahora bien, ¿hasta que punto es buena esta preocupación extrema?
Según un reciente estudio realizado en Suecia las personas hipocondríacas tienen mayor riesgo de muerte que aquellas que no se preocupan en exceso por su salud. Suena irónico, pero esto es lo que ha concluido el estudio en base a un análisis de 4129 personas con diagnóstico válido de hipocondría y 41290 que no lo son.
Tras un largo seguimiento a lo largo de los años, se estableció que las personas que sufren ansiedad por enfermedad tienen una menor esperanza de vida, aumentando su riesgo de muerte tanto por causas naturales como no naturales, destacando en esta última el suicidio.
Desde el estudio se señala la hipocondría como un trastorno psiquiátrico «infradiagnosticado» por el personal de salud y a la que se debería prestar más atención, pues además del malestar que supone para el paciente, conlleva un «uso sustancial de los recursos de atención médica«.
Es decir, las personas hipocondríacas se someten «a una cadena de pruebas de laboratorio y de otro tipo, que a menudo son innecesarias desde una perspectiva médica y conceptualizadas como contraproducentes desde un punto de vista psicológico«, en lugar de ser tratadas médicamente desde su trastorno de ansiedad por enfermedad.
El mismo estudio determina que «se sabe que la ansiedad y la depresión crónicas, que son características del trastorno (de hipocondría) están asociadas con una variedad de consecuencias adversas para la salud como trastornos cardiovasculares y mortalidad prematura«.
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