Sin embargo en el lado opuesto están los que ante una preocupación dejan la nevera tiritando, con el consiguiente aumento de peso, si este es tu caso te contamos qué sucede en nuestro organismo para que esto ocurra.
La razón a grandes rasgos que nos hace engordar es que ingerimos más calorías de las que gastamos y eso hace que nuestro organismo acumule el excedente en sus tejidos.
En el exceso de kilos influyen factores que van desde a lo biológico, hereditario a incluso lo psicológico y en muchos casos el estrés es un factor determinante, hay evidencias de que las personas con indicadores de estrés crónico más alto tienen mayor riesgo de padecer sobrepeso u obesidad que el resto. Esto tiene una razón.
Algo que se convierte en «la pescadilla que se muerde la cola», comer mucho hace que nuestro sueño se interrumpa, nuestros valores de azúcar en sangre suban y de lugar a mayores niveles de estrés y esto a su vez puede «conducir no sólo a niveles insalubres de grasa corporal sino también a padecer patologías serias como la diabetes de tipo II», explica.
Pero, ¿por qué el estrés tiene efectos sobre los niveles de azúcar en sangre? Mosley explica que tiene que ver con algo que se conoce como «respuesta de huida o lucha», que consiste en una liberación de glucosa al torrente sanguíneo que proporciona energía inmediata a los músculos.
Algo que resulta muy útil cuando el estrés que sufrimos responde a una situación en la que de verdad necesitamos hacer un uso rápido y enérgico de nuestra musculatura, «tu cuerpo cree que está bajo ataque y libera glucosa en tu sangre para proporcionar energía a tus músculos», pero cuando no es así lo que ocurre es que obligamos al páncreas a bombear insulina para reducir los niveles de azúcar en sangre.
«Estos niveles crecientes de insulina y la disminución de los niveles de azúcar en la sangre te harán sentir hambre, razón por la cual anhelas carbohidratos azucarados cuando estás estresado», explica Mosley.